El plan de TV aprobado el día 30 acentúa y perpetúa el oligopolio informativo vigente en España. El objetivo final es desterrar a la Iglesia de la sociedad de la información. Instrucción de Zapatero al secretario de Estado Miguel Barros A Pedro J. hay que matarle a besos, por lo que el periodista tendrá su canal de TV. Polanco, Vocento y La Vanguardia serán otros de los favorecidos. El objetivo del plan de TV consiste en dar una apariencia de pluralismo, con multimedia de centro izquierda y de centro derecha.
En vísperas del cotillón de fin de año, el Consejo de Ministros aprobó el nuevo plan de desarrollo televisivo, que en palabras de un viejo felipista: no dice nada pero posibilita todo. El nombre del proyecto aprobado en la sesión del pasado 30 de diciembre es nada menos que el de Plan de impulso de la TV digital terrenal, de liberalización de la TV por cable y fomento del Pluralismo. La verdad es que el verdadero objetivo del proyecto consiste en contentar a todos los Señores de la prensa y perpetuar el oligopolio informativo que rige en España, con un reparto de papeles entre la prensa filosocialista (la mayoría) y una imagen de pluralismo a través de El Mundo, Recoletos y Vocento, presuntos medios próximos a la derecha. La COPE, cadena de emisoras perteneciente a la Iglesia, así como La Gaceta de los Negocios, del editor cristiano Juan Pablo Villanueva, son los grandes perdedores, porque el objetivo final es desterrar cualquier ideario cristiano de la sociedad de la información. El secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, recibió, nada más instalarse en Moncloa, una instrucción muy clara del nuevo presidente del Gobierno, quien le recordó una de las máximas de su abuelo, fusilado durante la Guerra Civil: la de que la Iglesia era la culpable del atraso de España durante la edad moderna.
Así, los hombres de la comunicación de Zapatero (a saber: el ministro de Industria, José Montilla, el secretario de Estado de telecomunicaciones, Francisco Ros, el mencionado Miguel Barroso, el portavoz parlamentario del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba y, desde el exterior, el productor de Globomedia, José Miguel Contreras) han diseñado un plan en el que se perpetúa el poder informativo en España a través de la concesión de canales de TV en abierto a los grandes grupos multimedia que ya controlan prensa y radio... con la excepción de la COPE. Así, ya antes del llamado apagón digital (es decir, de la implantación de la TV digital), contarán con un canal de TV en abierto, además de Antena 3 TV y Tele 5, es decir, Lara y Berlusconi, el señor Jesús Polanco (en abierto), Vocento (familias Ybarra y Bergareche), Recoletos (Jaime Castellanos), Javier Godó (La Vanguardia, muy importante) y naturalmente, Pedro J. Ramírez, director de El Mundo.
La COPE, así como otros grupos informativos, de tamaño mediano, deberán conformarse con acceder a la TV local, cuyas licencias otorgan comunidades autónomas y ayuntamientos. Y no parece que regiones controladas por los socialistas y por nacionalismos más o menos independentistas, como Cataluña, vayan a ser benevolentes con, por ejemplo, la COPE.
Es el Plan de Zapatero para consolidar el oligopolio informativo actual, con concesiones a la derecha (Vocento, Recoletos o El Mundo) que den una imagen de pluralismo, pero siempre que la Iglesia católica quede fuera del reparto.
Por su parte, La Vanguardia representa el mayor cambio ideológico experimentado por un medio informativo en 10 meses de Gobierno socialista. De ser un medio conservador, afín al nacionalismo catalán de inspiración cristiana y más moderado (CIU), La Vanguardia se ha convertido en un bastión del Gobierno socialista central y del Tripartito catalán, bajo la batuta de su director José Antich.
El caso Pedro J. Ramírez y El Mundo, merecen, asimismo, especial atención. Pedro J. Ramírez, siempre ha querido controlar un grupo multimedia pero desde la dirección de El Mundo. Ahora mismo, está aliado con Jaime Castellanos, a punto de hacerse con el control de Recoletos, en Veo-TV, aquellas concesiones digitales del Partido Popular que nadie ve, pero a las que se podía permitir la emisión en analógico. Ramírez también coquetea con Vocento, pero José María Bergareche sabe que Ramírez es ingobernable: si logra que los italianos de Rizzoli pasen por el aro, lo mismo puede conseguir con Ybarra y Bergareche.
Ahora bien, dejar un canal de TV en abierto en manos de Ramírez es lo que saca de quicio al ex presidente del Gobierno Felipe González, pues fue El Mundo quien capitalizó las denuncias sobre la corrupción felipista y el terrorismo de Estado de los GAL. Cuando los felipistas se quejan a Barroso de las facilidades que el Gobierno otorga a Ramírez, la respuesta es rotunda: El presidente del Gobierno me ha dich A Pedro J. hay que matarle a besos. Los felipistas están convencidos de que ninguna regalía se ganará el apoyo de un periodista que necesita cobrarse una pieza, política o económica, cada cierto tiempo, para seguir provocando miedo entre los poderosos.
Ente los felipistas también cunde la convicción de que todos estos planes acaban viéndose superados por la realidad, especialmente en un mundo tan frágil como el informativo.
Naturalmente, todo este planteamiento no tendría sentido sin la primera premisa que ha generado la actual reforma socialista: que Jesús Polanco, dueño de la TV de pago y principal operador de TV local, pueda seguir manteniendo todas sus bazas y, además, abrir Canal Plus para poder emitir en abierto.
Entre los felipistas también se sabe que todos estos planes acaban viéndose superados por la realidad, especialmente en un mundo tan frágil como el informativo. Las innovaciones técnicas, por ejemplo el matrimonio entre Internet y TV, o el desarrollo informativo a través de la propia red, donde los multimedia han fracasado, o la atomización de la producción audiovisual, hace que un plan político tan sutilmente trabajado, pueda volar por los aires. En cualquier caso, como comenta un importante personaje del sector español de la comunicación: Este plan no tiene improcedentes.