El nuevo emperador del mundo es un fiel partidario del principio de que para acabar con el hambre no hay nada mejor que reducir el número de hambrientos, a ser posible antes de que nazcan. De igual forma, lo mejor es recurrir a las energías eólica, solar y a la biomasa. Ahora bien, si la gente se pone a procrear a lo bestia, no hay política energética que resulte, porque a más gente, más consumo de energía. Y claro, así no puede ser.
Es cierto que lo verde -especialmente la solar- nos sale mucho más cara que lo nuclear, y es cierto que la energía del átomo abre las puertas a la energía de hidrógeno, que seguramente será la definitiva. Y también lo es que la nuclear en nada contribuye al calentamiento global. Por último, también lo es que con la energía verde todos los pobres financian a través del Estado a los ricos que se forran con ella, mientras que la energía nuclear es la energía de los pobres. Pero ninguno de estos lamentables argumentos, escúchenme, nada, hará cambiar de opinión a este titán de la naturaleza que es Barack Obama. Nada de nucleares: más energía verde y menos parir. Ésa es la regla. ¡Es un monstruo mi Barack!
Eulogio López
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