Sr. Director:
Estamos todos felices y contentos de que por fin, en el País Vasco, haya un acuerdo para acabar con la radicalidad del Partido Nacionalista, y así tener más posibilidades de acabar con el terrorismo y garantizar las libertades que tanto ansía ese querido territorio español. Las bases del mismo se discuten, se estipulan, se observan a distancia y se pretende que queden escritas; no faltaba más. Después de los necesarios tira y afloja, han pactado lo más conveniente para garantizar, en teoría, un gobierno estable que rompa con la dinámica de tantos años de pasividad en la lucha por la libertad del pueblo.
Más no todo será como se diseñe en estas discusiones. En el discurrir de los próximos cuatro años, muchos acontecimientos podrán dar al traste con la buena voluntad de los negociadores del acuerdo. El PNV intentará llevar cizaña a cada una de las partes firmantes; ETA no se va a quedar impasible y tratará de hacer todo el daño que pueda para romper esa alianza; otros hechos imprevistos también pueden tener nefasta incidencia en el mismo.
Pero el elemento esencial para la continuidad del pacto y el logro de los objetivos previstos, radica en las dos formaciones políticas comprometidas, PP y PSOE. No hay duda de que por parte del PP se cumplirán los acuerdos; la historia de ese partido demuestra un inusitado rigor en la consumación de sus compromisos. Pero no puedo decir lo mismo de la otra parte; observando su comportamiento en los cinco años de gobierno del Sr. Zapatero, solamente encontramos argucias, enredos, farsas y mentiras. Un partido que ha dejado de ser creíble por las debilidades del presidente del actual gobierno. Y a ello añadir los acuerdos de aislamiento del PP (pacto del Tinell), ruptura unilateral de acuerdos entre PSOE y PP (pacto por las libertades y contra el terrorismo), cordones sanitarios, etc. La política del Partido Socialista ha dejado de ser creíble por la irresponsabilidad e incapacidad de quién debiera ser su mejor representante.
A todo ello debemos añadir que, con expectativas halagüeñas recibimos el gobierno socialista en otras regiones; pero todo se truncó, saliendo al revés de lo esperado. Así en Cataluña, se radicalizó el nacionalismo, con recortes de las libertades; en Galicia, se quiso forzar la voluntad del pueblo con acciones contra él; en Baleares estamos observando como despunta el fundamentalismo nacionalista. Todo esto nos crea cierta preocupación de que la eliminación del PNV no satisfaga nuestras aspiraciones, por la codicia de poder que tiene el PSOE, y la facilidad con que incumple compromisos.
Pablo Delgado Escolar
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