Estaba de contento nuestro presidente, junto al Nobel Paul Krugman. En su discurso hablaría de transmisión del conocimiento y ésta es la clave: que se le pegara algo.

Desconozco en qué idioma hablaron el norteamericano y el español, pero ZP estaba feliz y la dicha de los seres humanos es lo mas importante.

Como lo que importante es la imagen, como creo haber dicho antes, apenas importaba que uno de los economistas favoritos de Bill Clilton explicara que la situación de la economía española no es mala, sino peor. Zapatero, quizás porque no escuchaba o comprendía, sonreía, beatífico. Es más, observado por un Krugman que creía estar viendo a un marciano, su discurso fue de lo más optimista, como se encargó de recordarnos Televisión Española, y nos aseguró que ni un paso atrás en el Estado de Bienestar y que la solución a la crisis, no se lo van a creer, por novedosa y original, está en la sociedad del conocimiento. Sin duda, una aportación original y novedosa.
Aquello fue un verdaero diálogo de besugos. Mientras don Paul aconsejaba a España un "doloroso recorte de salarios", don José Luis sonreía, beatifico, y aseguraba que no se daría un paso atrás en gasto público para prestaciones sociales. Conjugando ambas premisas, debemos concluir que el Estado ideal es aquél en el que los trabajadores cobran más en el paro que trabajando. ¿Qué más da? Se trataba de exhibir a ZP junto a un Nobel: bastaba una imagen y sobraban las 1.000 palabras.

La política del Gobierno ZP empieza a resultar patética. Tiene poco de comedia y bastante de tragedia. Un indocumentado se empeña en cambiar el mundo a golpe de propaganda demagógica primaria. ZP se ha convertido en Peter Seller, en aquella genial parodia de Bienvenido Mr. Chance Mr. Chance. Lo malo es que el amigo Mr. Chance no pretendía ser lo que no era, un jardinero, mientras que Míster ZP vendería a su abuela -a su abuelo no- con tal de mantenerse en La Moncloa. Por de pronto, nos vende demagogia por televisión.

Eulogio López

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