El próximo ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, informó al PSOE sobre la tesis de la autoría islámica del 11-M. "Curro" -como le llaman los que le conocen- fue comisario europeo para Oriente Próximo. Desempeñó el cargo con cierto deje pro-palestino. Pero, sobre todo, aprovechó para establecer íntimas relaciones con los servicios de seguridad e inteligencia árabes.

Por eso, algunos le otorgan la responsabilidad de haber mantenido puntualmente informado a Alfredo Pérez Rubalcaba de la "tesis Al Qaeda". Moratinos tenía, además, motivos personales para cobrarse la venganza. La canciller española, Ana Palacio, le dejó en dique seco durante nueve meses, cerrando la puerta a acompañar a su amigo Chencho Arias en Naciones Unidas. "Al enemigo ni agua", debió de pensar Palacio. El problema de dejar a un enemigo tan poderoso sin agua es que termina cobrándose la factura con IVA. Y así ha sido. El "maquiavelo" de Rubalcaba -"España se merece un Gobierno que no mienta"- utilizó con habilidad dichos informes y el "poder fáctico fácilmente reconocible" le dio alas. Una sincronización perfecta.

Por otra parte, Moratinos ya había establecido estrechos lazos con el PSOE sirviendo de altavoz a las críticas socialista en materia de política exterior: "España se encuentra arrinconada en la esquina del mundo". Zapatero ha resultado un buen pagador. Tan bueno que se plantea incluso el sacrificio del director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Jorge Dezcallar, amigo íntimo de Moratinos

Dezcallar habría presentado su dimisión a Aznar, a pesar de que este lo negase en su entrevista en Telecinco. El motivo de la dimisión no era haber sido poco útil a la investigación de la autoría de los atentados del 11-M, sino el mal lugar en el que quedaron los espías españoles tras la desclasificación de los informes del CNI. La destitución de Dezcallar pone en riesgo también el nombramiento de Moratinos como canciller, sumando puntos la opción Solana defendida por Felipe González, ese bicéfalo que ensombrecerá a Zapatero cuando lo estime oportuno.