El primer secretario del PSC, Josep Montilla, ha ganado el pulso mantenido con Ferraz y ha logrado sentarse en la silla de la Ejecutiva Federal. Pasada la tormenta, los fontaneros de Ferraz creen que no deberían de haber tensado la cuerda. Más que nada, porque ha servido para poco.

 

Montilla contento. O no. Porque ha ganado en el partido, pero ha perdido en el gobierno. Ya le quitaron la silla de la competencia de la aplicación de Kyoto, que recaerá en Medio Ambiente. Ahora le sustraen las competencias tarifarias en electricidad y gas, que serán asumidas por el mismo Solbes. Y por si fuera poco, el ministerio de Economía pone en marcha una especie de observatorio de la productividad comiendo la merienda desarrollada desde Industria.

 

¿Qué le queda a Montilla? Elaborar preciosos "power points" estratégicos planificando el futuro del sector. Podría -por ejemplo- hacer proyecciones más ajustadas a la realidad para que no ocurra como en la última ola de calor en la que el consumo fue el previsto para el 2009. Apasionante responsabilidad...

 

Por lo demás, Montilla se sabe fuerte en el PSC. Manda y resulta difícilmente sustituible. Maragall no puede prescindir de él. Pero Montilla tampoco tiene poder para destituir a Maragall. Y, desde luego, no puede aspirar a presidente de la Generalitat. O sea, que manda, pero de aquella manera.