El ministro de Economía, Pedro Solbes, presentó el cuadro macro sobre unas previsiones del petróleo "desacelerado". Según los cálculos de Solbes, el petróleo reducirá su precio en el mes de septiembre como consecuencia de una menor demanda del crudo, y eso hará que los precios se establezcan en una horquilla de "mayor racionalidad". Para Solbes, esta "mayor racionalidad" se establecería entre los 33 y los 35 dólares, y sobre esta base plantea un crecimiento económico para el año 2005 del 3%.

 

Por su parte, el ministro de Industria, Josep Montilla, no parece compartir este análisis. En su opinión, tendremos que acostumbrarnos a un nivel "alto" del crudo. Montilla cree que los actuales precios del oro negro han venido para quedarse. O sea que de 35 dólares el barril, nada. Y si el petróleo se sitúa 5 dólares por encima de lo previsto, habrá que descontar 3 décimas al crecimiento económico presupuestado. Exactamente lo mismo que lo ocurrido en el presente ejercicio.

 

Dicen los expertos que adivinar con el precio del petróleo es tan difícil como acertar en la lotería. Pero entre el optimismo de Solbes y el pesimismo de Montilla, nos quedamos con el segundo. La inestabilidad iraquí no parece que vaya a remitir en el corto y medio plazo. Las dificultades de la petrolera rusa Yucos no se solventarán en el próximo mes. Y el ejercicio dubitativo de la OPEP parece apuntar a un descontrol de los precios por parte del mismo cartel productor. El mismo miércoles 4, el presidente del lobby mundial de productores petrolíferos, Purnomo Yusgiantoro, afirmaba no tener margen para incrementar la producción. Su comentario disparó de nuevo el precio y obligó a Yusgiantoro a reaparecer en escena para autocorregirse y afirmar que disponían de margen para incrementar entre 1 y 1,5 millones de barriles diarios el mercado. Patético.