La novia de América en los años 80, la simpar Meg Ryan,  se empareja en esta ocasión con el español Antonio Banderas en un intento de reflotar su carrera cinematográfica. Desgraciadamente la rubia actriz  pincha de nuevo porque Mi novio es un ladrón es una comedia romántica muy flojita y eso que, a priori, poseía elementos interesantes: un ladrón simpático, una mujer alocada y un joven policía implicado emocionalmente con el sospechoso que debe investigar

A un joven agente federal llamado Henry le asignan un nuevo caso: seguir los pasos de Tommy, un reputado ladrón de arte. Las cosas se complican bastante cuando Henry descubre que Tommy es el nuevo novio de su madre, una descerebrada madurita que ha iniciado una ajetreada vida sentimental después de perder la mitad de su peso

Esta tontunada, previsible y con poca gracia (lo mejor es el gag de su arranque), ha sido dirigida por actor/director George Gallo. En ella Meg Ryan no ha adelgazado (como la protagonista de la historia) sino que aparece con la boca operada (calcadita a la del personaje de Joker en Batman). Les comento este dato frívolo porque servidora tuvo verdaderos problemas para seguir la trama debido a la vida propia que tenía esa cavidad bucal.

Si son admiradores de la pareja protagonista les aconsejo que vean su/s películas favoritas y se olviden de ésta. Ah, por cierto, el chaval que interpreta al hijo de Meg Ryan en la película es, en la vida real, hijo de Tom Hanks.

Para: Los que ven todas las comedias románticas aunque sean aburridas