El mensaje que ha dejado la canciller alemana Angela Merkel en ciertos países de la Unión (UE) es que el camino de la recuperación económica es duro y largo, pero que países como la propia Alemania ya lo recorrieron y hoy ven la recompensa.
Está claro que algunos países europeos han incumplido sus obligaciones de rigor en las cuentas públicas, entre ellos España. Pero también es cierto que la propia Unión Europea no supo responder en su momento a la mala gestión económica y las ocultaciones que se producían en el pasado y que las recetas de austeridad que ahora exige deben administrarse con realismo para que el creciente malestar social no amenace la propia estabilidad europea.
Las autoridades de Bruselas no pudieron o supieron poner coto a los que despilfarraban pero ahora se pierden en mil y una dudas sobre la forma de armonizar los ajustes necesarios con la no menos urgente reactivación de la economía.
La difícil gestión de la crisis, los intereses nacionales enfrentados y la falta de un ideal compartido están creando una peligrosa desafección hacia las instituciones que abre la puerta a los grupos antisistema.
Jaume Catalán Díaz