La ministra de Educación, Mercedes Cabrera, anda a la busca de gerentes para la cosa biomédica. Porque el Gobierno ha vendido el asunto como el salvador y curador de todas las enfermedades. Y además de ser mentira, hay que ponerle patas para que funcione razonablemente. Mínimo un gerente que gestione la hoja de cálculo y sepa lo que entra lo que sale. O así.

El caso es que Cabrera ha publicado un anuncio de empleo para gerente del Instituto de Biología Molecular Eladio Viñuela. Claro, que ha escogido el BOE porque, además de ser gratis, los candidatos deben ser funcionarios nivel 26, o sea, grupo A ó B. Lo mismo ocurre con el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona. La ministra busca un gerente, pero esta vez no exige tanto y se conforma con un nivel 24 para desarrollar su actividad en la Ciudad Condal.

Y es que la obsesión por trocear seres humanos continúa. Una obsesión ridícula. Porque la ciencia demuestra un día sí y otro también que las células madre adultas curan; las embrionarias, no. Además de inmoral es ineficaz. Claro que eso a la Sra. Cabrera le importa muy poco. Tras haber pasado al estatus de multimillonaria junto a su marido, el vicepresidente de la CNMV Carlos Arenillas, gracias a la especulación financiera enchufada a la regalía del Banco de España, ahora toca hacerse el progre. Y para eso hace falta alguien que ordene los números en un proyecto que destinará a la basura miles de euros y de seres humanos. Pero, ¿y lo progre que queda?