La semana que termina la estrella informativa, al menos desde el punto de vista económico, estuvo en Santander en el curso que la APIE organiza en la Universidad Menéndez Pelayo.

Lo titulamos bancos contra cajas, con el presidente de la AEB, Miguel Martín, arreando inmisericorde al sector ahorro, como si se tratara  poco menos que de lamentables residuos del pasado.

Yo creo que quien fuera director general de Inspección con Mariano Rubio y subgobernador con Luis Ángel Rojo, debería recordar que la Caja Castilla-La Mancha, el Fondo de Garantía de Depósitos en Cajas de Ahorros estaba inédito, mientras el FGD en bancos había afrontado una cincuentena de quiebras con la propina añadida de Urquijo y Banesto, ahí es nada.

En cualquier caso, percibo, no en Miguel Martín, que puede resultar prepotente, pero no mentiroso, cierta hipocresía política y bancaria en la actual crisis. En varios puntos que paso a enumerarles:

1. Por lo que se ve, tanto el intento de la Vicepresidencia económica como del Banco de España consiste en despolitizar las cajas. Curiosa despolitización, consistente en quitarle el poder que la ley otorgó a las comunidades autónomas y devolverlo al Gobierno central y al Banco de España que, con todo respeto, y autonomías parte, son una y la misma cosa. ¿No está mal, eh? Despolitizamos por un lado para politizarlo por el otro. Todo sea por la independencia y profesionalidad de las instituciones.

2. Banco de España y Ejecutivo lanzan ideas-fuerza que suman una gran calumnia: las cajas de ahorros han soportado peor que los bancos por su naturaleza jurídica y porque son pequeñas. Por eso hay que crear las cuotas participativas con derechos políticos, paso previo a su conversión forzosa en sociedades anónimas.   

La verdad es que la naturaleza jurídica de las cajas, como entidades mutuales produce el efecto contrario: provoca que las cajas de ahorros soporten mejor las crisis porque no tienen la presión del dividendo que, con toda razón, exigen los accionistas y, sobre todo, los accionistas individuales. No reparten otro dividendo que su obra benéfica y el propio supervisor les obliga a que ésta espléndida actividad no sobrepase el 25% del beneficio, cunado el pay-out del sector bancario suele rondar el 50%.

La segunda mentira es más grosera: ¿Así que las cajas de ahorros no pueden aguantar la competencia porque ser pequeñas? Y entonces, quiénes han sido los bancos que han sido culpables y a la vez víctimas de la actual crisis sino los más grandes del mundo: Citi, BoA, Chase, así como las grandes hipotecarias o las grandes aseguradoras.

No, las cajas de ahorros han entrado en crisis cuando empezaron a comportarse como bancos. Insisto en que Caja Madrid, la entidad que ahora más preocupa al Banco de España, no tiene una mora disparada por ser caja sino por comportarse como un banco de inversión, por darse a la especulación  y encima a la especulación apalancada. La tragedia de Miguel Blesa es que ha jugado a titulizar, a renta variable, a fondos de alto riesgo, a financiar el capital-riesgo. No ha jugado al interés, sino a la plusvalía, a compartir riesgo con los promotores e intermediarios inmobiliarios. En otras palabras, ha jugado a la ganancia rápida y le ha funcionado bien, mientras los mercados crecían. Cuando se impuso la razón, cuando pinchó la burbuja, Caja Madrid se ha pillado los dedos.

Y no sólo es Caja Madrid, sino otras entidades.

Por tanto, la solución no consiste ni en hacer entidades más grandes ni en convertir a las cajas de ahorros en bancos. La solución consiste en que las cajas vuelvan a lo que siempre han hecho, y lo han hecho muy bien: crédito doméstico, descuentos para las pymes, inversión estable en infraestructuras, por lo general de su zona de cobertura etc. O sea, que vuelvan a ser cajas de ahorros. Y pequeñas, que lo pequeño siempre resulta hermoso mientras lo grande se hace ingobernable.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com