Cada día que pasa esa prensa está más domesticada sí, pero aún con todo no ha perdido el vicio atávico de hacer preguntas: Lamentable.
Por eso mismo, en el mega-acto de Sevilla del pasado fin de semana, Al Gore, muy ocupado en lanzar a sus fieles al proselitismo no tenía tiempo para argumentar. Lo suyo es un negocio. Como es un negocio Abengoa, la empresa sevillana, segunda en producción de energía solar, que patrocinaba el evento sin otro interés que le dé la divulgación científica y la salvación del planeta. Como mero complemento de un viaje en el que no hubo tiempo para hablar con la prensa, Al Gore visitó una planta de energía fotovoltaica, de Abengoa, claro, y la misma Abengoa, anunciaba, 24 horas después, que se dispone a invertir 1.000 millones de euros en energía termo solar. No se preocupen: aunque sean 2.000, a la familia Benjumea le pagaremos la inversión entre todos. Con muy verde, verdísimo, entusiasmo, vía déficit de tarifa.
Y es que los desvelos por el futuro del planeta exigen estos sacrificios y este nuevo tipo de marketing: te traes a Gore y ya tienes la campaña hecha, amén de la presión sobre legisladores y reguladores para que aflojen la pasta, la guita, el parné: todos ellos términos de los más ecológicos, como Al Gore sabe.
Eulogio López
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