Sr. Director:

 

Debemos de mantener viva, por honor, pero también por interés material, la reivindicación permanente de Gibraltar. Alguien dirá que a qué viene a estas alturas revindicarlo y preguntará si tiene sentido. Para muchos, lamentablemente, incluso puede parecer un asunto que en la conciencia nacional ha perdido interés, cuando no, fruto de las actitudes del sistema, les llevará a la sonrisa o al desprecio cuando se plantee.

 

Pero esta reivindicación, cuya fundamentación histórica, legal y legítima no es discutible y por ello ni siquiera la bosquejaremos, no es sólo una cuestión de dignidad nacional, a mi parecer lo más importante, sino también, y como resultado de una pérdida de soberanía política y consecuentemente económica, es una fuente de conflictos que, ¿ocultos o escondidos a la opinión pública?, traen graves perjuicios sociales a los trabajadores españoles.

 

En Gibraltar, convertido, con el consentimiento de los gobiernos del sistema, en un paraíso fiscal, hay el doble de empresas registradas que habitantes, súbditos de la colonia. La mayoría de ellas son empresas que hacen negocios con España y en España, pero que, sin embargo, no pagan impuestos en España, que podrían convertirse en carreteras, hospitales, pensiones, etc... que no se crean. Gibraltar es también un reconocido centro donde se lava el dinero negro del crimen, facilitando la obtención de los resultados del delito en toda Andalucía y por ello propiciándolo. No hablemos ya del contrabando al que lleva la situación colonial, que si es de tabaco priva a la Hacienda española de billonarios recursos y si es de droga, además del gigantesco daño humano, es un peso sustancial al contribuyente español, que ha de soportar las cargas económicas que cuesta la atención sanitaria, vigilancia policial, asistencia social, etc… que ocasionan los drogadictos. Y sin agotar el tema de los perjuicios materiales, la pérdida de soberanía no sólo humilla al conjunto de la comunidad nacional de forma abstracta, sino que se personifica en los miles de ex trabajadores españoles de la colonia a los que se les priva, sin ninguna posibilidad de defensa, de sus pensiones de jubilación fruto de años de trabajo.

 

Y ante esta situación, ¿cómo reacciona el sistema político que soportamos?:

 

Consintiendo la continua vulneración del Tratado de Utrecht, que regulaba el asunto.

 

Abriendo la verja, de forma que los costos inmensos que supondría el suministro logístico de los bienes de primera necesidad por mar o por aire, como agua, alimentos, energía, etc, sean mínimos, al suministrarse de la Península, por lo que para el Reino Unido el mantenimiento de la colonia no es una carga.

 

Permitiendo la conversión de la Roca en una inmensa fuente de ingresos a través de las entradas provenientes de negocios poco transparentes y de las compras de turistas, que a la vez van en detrimento de Melilla.

 

Entrando en la OTAN, de forma que ante un eventual ataque del flanco sur, nuestros jóvenes, encuadrados en ejércitos bajo mandos extranjeros, morirían para que Gibraltar siguiera bajo soberanía británica, mientras Ceuta y Melilla se quedaban fuera del paraguas militar aliado.

 

Consintiendo, de forma vergonzante, el refugio de los contrabandistas, con la complicidad obvia de las autoridades coloniales, en las aguas gibraltareñas.

 

Manteniendo relaciones normales, como si el problema no existiese, con Gran Bretaña, que ante la débil actitud de la Administración española ni se plantea una situación paralela a la devolución de Hong Kong.

 

Descuidando las presiones diplomáticas en los foros mundiales, donde se pierden en el olvido resoluciones favorables a España y apoyos internacionales.

 

Tomando posturas vergonzantes con asuntos similares, como las Malvinas, que quedan en la memoria colectiva de Hispanoamérica. Etc...

 

Con un Estado que negocia, de igual a igual con terroristas y con los secuestradores de ciudadanos españoles, que admite en sus instituciones a sus soportes políticos, y cuya máxima reacción es la estúpida consigna de llenar de lazos azules el país, no es de extrañar que, ante el secuestro continuo de un pedazo de la nación, mantenga la misma actitud castrada. Pero los ciudadanos que no hemos perdido la dignidad y la inteligencia debemos de mantener viva, por honor, pero, por las razones expuestas al comienzo, también por interés material, la reivindicación permanente de Gibraltar.

 

Iñigo Yáñez

 

gibraltar@aol.com