No, el PSOE no organizó el atentado aunque precisamente su actual líder, Rubalcaba, se aprovechó de él con el cinismo que le caracteriza: llamó mentiroso del Gobierno y lanzó una campaña de cainismo, a la que tan aficionados son los españoles, para provocar un vuelco electoral. Tuvo éxito.
La figura clave de ese cainismo es Pilar Manjón, madre de uno de los asesinados en los trenes. A la señora Manjón no le preocupaban los asesinos de sus hijos, sino masacrar a los peperos. Y así, mientras algunos conspiranoides siguen diciendo que a los 192 los mató el PSOE, Pilar Manjón está convencida de que a los 192 los mató Aznar.
No, el PP no mintió. Simplemente, la soberbia de José María Aznar le obligaba a hablar de ETA, y no de su error de apoyar -que no en participar, no nos pasemos- la injusta guerra de Irak. Aznar pecó de orgullo, no en contra de la sinceridad. Contra la sinceridad faltó Rubalcaba.
Sí, el PSOE se aprovechó arteramente de los atentados, y Zapatero llegó a la Presidencia sobre 192 cadáveres. Y es que la izquierda española vive del poder y no sabe vivir sin él. Por eso mismo, ahora, el PSOE ha convocado huelga general. Bueno, han sido los sindicatos que controla, UGT y CCOO pero el verdadero convocante es Rasputín Rubalcaba, el mismo que dijo, un 11 de marzo de 2004, que el Gobierno había mentido. La tendencia de Rubalcaba -si le das la espalda te la clava- es el "todo vale". El PSOE perdió en las urnas el 20-N, no puede perder Andalucía y necesita un buen enfrentamiento civil, a ser posible un muerto, para regresar al poder: "Vale todo".
Y lo de menos es que el 11-M provocara un vuelco electoral que algo tenía de fraude. A fin de cuentas, España pasaba de la derecha progre a la izquierda progre. No, lo peor es que del 11-M surgió la Generación Manjón, la generación cainita, donde el enemigo está dentro, en la propia, no fuera. Es más, donde el culpable no es el secuestrador, a quien temo, sino el secuestrado, que algo habrá hecho. La Generación Manjón es hija del cainismo pero obedece al Síndrome de Estocolmo. Y un país cainita, y encima afectado de este síndrome, vivirá siempre en permanente guerra civil.
Eulogio López
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