Bien está que SM Juan Carlos I se vea obligado a actuar y hablar de forma políticamente correcta. Sí señor. A fin de cuentas, le pagan para apaciguar ánimos, no para exaltarlos. Pero no hay que pasarse. Durante su discurso en la Catedral de Santiago, el monarca recordó a las 191 víctimas mortales. Se olvidó, naturalmente, del niño concebido y no nacido al que los terroristas asesinaron no menos que al resto de los muertos. La frivolidad del PSOE, y me temo que el PP hubiera hecho lo mismo, de no considerar a un niño persona hasta que ha sido inscrito en el Registro civil (supongo que es por eso por lo que los papeles no son considerados personas por los poderes occidentales) no significa que se utilice al Monarca, y este se deje utilizar, para plantear posturas abortistas en recinto sacro, delante del Santísimo y a pocos metros de la tumba del apóstol, patrón de España, el mismo que trajo la fe a la vieja Hispania.

 

Un pequeño detalle que para el diario El País pasa desapercibido. Sin embargo, el periódico de Polanco está muy preocupado por que el "arzobispo de Santiago critica el matrimonio gay ante el Rey y el presidente". Y claro, tanto descaro rebasa mucho las fronteras de la libertad de expresión.

 

A ver si nos enteramos. A los progres les gusta la libertad pero dentro de un orden. ¿Qué es eso de que un arzobispo, en este caso monseñor Julián Barro, recuerde la doctrina de la Iglesia en el interior de la catedral de Santiago, ante las mismísimas narices del Rey (que hacía como que no oía) y del muy democrático presidente del Gobierno español, don José Luis Rodríguez Zapatero, que miraba a monseñor con una cara de oficio que temblaba el botafumeiro? Libertad sí, insisto, pero dentro de un orden. Si, un poner, la Iglesia aceptara algún tipo de matrimonio extraño, por ejemplo entre lesbianas, que son menos, o por lo menos se conformara con manifestar su lamentable integrismo en la misa de nueve de la mañana, donde sólo acuden las beatas, y no ante las cámaras de TV, pues bueno, se podría dejar. Pero delante del Rey y de un hombre de talante y diálogo como ZP, que se conforma con colocarle al monarca en su discurso lo de los 191, que no 192, es demasiado.

 

Los obispos deberían aprender de monseñor Bono, un cristiano comprometido, sí señor, que en sus ratos libres (se trata de un bono convertible) ejerce como ministro de Defensa. Así, en el diario La Razón (domingo 25) Bono imparte una verdadera homilía, supongo que para celebrar al patrón de España. Escuchen a monseñor Bono. Pregunta la periodista:

 

-¿Se siente cómodo un cristiano en un Gobierno que reformará el Código Civil para permitir las bodas gay?

 

Escuchad fieles, la respuesta:

 

-El Cristo en el que creo es comprensivo y humano… en ningún caso un inquisidor justiciero…

 

Esto me recuerda que hay más gente que cree en los ángeles que en los demonios. Es lógico, muy lógico. Pero sigamos escuchando al mosén:

 

-…me irrita e indigna oír al obispo de Ferrol Mondoñedo hablar de vicio asociado a una determinada orientación sexual…

 

Esto rompe la comunión arzobispal entre monseñor Bono y monseñor Gea Escolano. Pero debemos comprender la justísima irritación del titular de la diócesis de Defensa (también conocida como Ministerio). ¿Cómo puede decir monseñor Gea que la homosexualidad es un vicio o una enfermedad? Insisto, demasiada libertad de expresión. Pero quedaba lo mejor: el sprint final del sermón:

 

-…Jesucristo estaría hoy más atento a la guerra, a la enfermedad y a la muerte diaria de 25.000 años por causa del hambre que al modo en que organice su vida sexual cada vecino…

 

¡Ahí le duele, monseñor Bono! Hablemos claro: Hasta el mismo hacedor del espacio y el tiempo tiene que acomodarse a los cambios de los tiempos. Esto está clarísimo, y sólo reaccionarios del tipo de monseñor Gea o monseñor Barrio no son capaces de verlo. No tiene más que acudir al ministerio de Bono (ministerio eclesial, con minúscula) para enseñarles la nueva doctrina que hubiera enseñado Cristo. Porque claro, ¿cómo iba a prever un Dios lo que ocurriría en el siglo XXI? ¡Cuánto tiene que aprender Cristo de don José…!

 

Y luego está lo del nuevo secretario de Movimientos Sociales y relaciones con las ONG del PSOE, concejal del Ayuntamiento de Madrid, don Pedro Zerolo (no hacer rimas fáciles con su apellido), quien, desde del semanario El Siglo, anima a la justicia a sentar a la Iglesia en el banquillo: "Espero que algún fiscal abra diligencias al Vaticano por informaciones falsas". Ya lo advertíamos días atrás en Hispanidad: la gran baza que se reservan los perseguidores de la Iglesia es llevarla a los tribunales, a ser posible ante la Corte Penal Internacional, bajo acusación de homofobia.

 

Precisamente el cavernícola obispo de Santiago, monseñor Barrio (el que debe aprender de monseñor Bono y de el canónigo Zerolo) advertía que el matrimonio gay va a suponer "la quiebra de la sociedad". Y así será. Por el momento, la persecución contra la Iglesia no derrama sangre adulta (aunque sí las de los 77.000 niños abortados en España durante 2002) pero todo se andará. Por ahora, nos vemos en los tribunales y en el Boletín Oficial del Estado.  

 

Eulogio López