Sr. Director:
El otro día entré en el cuarto de mi hija; estaba estudiando, me acerqué y ví que se estaba aprendiendo de memoria las Obras de Misericordia, las corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, etc., y las espirituales: dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que yerra, perdonar las injurias, soportar con paciencia los defectos del prójimo, etc.
Me pregunté: ¿qué hay de malo en esto para que los socialistas estén tan empeñados en quitar la asignatura de religión, en echar a Dios de las escuelas? Enseguida me vino la respuesta: se me olvidaba que son "¡expertos en humanidad!".
Adrián Fernández
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