Nosotros, los occidentales, hemos creado el monstruo de las agencias de riesgo, así que no nos quejemos. El problema no es que las tres grandes agencias, S&P, Moody's y Fitch sean anglosajones -una de ellas es francesa- o que no respondan ante nadie. De hecho, ningún Gobierno, ninguna empresa, están obligadas a contratarlas. Los problemas de las agencias son tres:
1. Lo único que les preocupa a las agencias acerca de países o empresas es que puedan pagar sus deudas. El cómo les interesa poco. Es decir, son agencias que protegen a los prestamistas, no a los prestatarios, a la economía financista, no a la economía real.
2. Son agencias muy tontas. No analizan la contabilidad de empresas sino la de países. Ejemplo: una empresa o un banco solvente pueden tener un mal 'rating', dado que su país atraviesa dificultades. Es el caso de España: las mejores empresas españolas sufren la mala fama de la marca España. Es lo que se denomina en la jerga 'rating legal'. Y España tiene muy mala prensa.
3. El efecto de su análisis acelera la realidad. Como no hay forma de conocer los pormenores de todos los países y de todas las empresas resulta que hay que guiarse por lo que digan los indocumentados yupis de las agencias. Y si ellas dicen que algo va mal, el efecto es que irá mal y hasta peor.
¿Y además de todo ello son parciales y se guían por intereses espurios? Por supuesto que sí.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com.