Resulta que la Universidad católica de St. Mary va a recibir la visita de la muy honorable Hillary Diane Rodham Clinton. Y resulta que monseñor José Gómez, arzobispo de San Antonio, tutor del susodicho centro académico, ha dicho que no le parece del todo bien, dada la política abortera que defiende doña Hillary. Utilizando la terminología de Benedicto XVI, que está recorriendo el planeta, para el obispo -e incluso para todos los texanos que no sean sordos- la señora Clinton habría atentado contra los principios no-negociables para a un católico. Desde luego, la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, forma parte de los cuatro valores no-negociables del Pontífice, junto a la familia, la libertad de enseñanza y el bien común.

Y no parece servirle al prelado que las autoridades de Saint Mary adviertan no apoyar a candidatos específicos -sólo faltaba- porque para monseñor Gómez, recibir en el claustro a la candidata abortista puede interpretarse como un "apoyo a sus acciones".

Podemos trasladar el caso Hillary al circo electoral español. Por ejemplo, ninguna institución universitaria católica debería abrir sus puertas a los políticos del Partido Popular, cuyo líder, Mariano Rajoy insiste en que mantendrá la ley que permite el "abominable" crimen del aborto así como la norma que ensalza la sodomía hasta el grado de matrimonio.

Deberían los obispos españoles, como hacen los obispos norteamericanos, prohibir la comunión a los políticos del PP y del PSOE, porque ambos defienden el aborto, casan gays, etc. El alcalde Gallardón no pinta nada en la Misa de la Almudena -con discurso municipal encima-, y la presidenta Esperanza Aguirre, que financia el aborto en Madrid con dinero público, debería estar vetada en las universidades católicas, como el CEU, la de Navarra, o Comillas. Y, por supuesto, como hacen los obispos norteamericanos, vetarle la eucaristía a los políticos que defienden el aborto o la sodomía (lo hicieron, sin ir más lejos, con el candidato católico John Kerry). Son principios no-negociables. De los políticos socialistas, sólo puede decirse que, respecto a los valores no-negociables, son lo mismo que el PP pero más brutos: ídem. Y todo por una mera cuestión de coherencia.

Si se compara la carta de monseñor Gómez con la de los obispos españoles sobre las elecciones del 9-M, debemos concluir que los prelados españoles se han quedado muy cortos. Ellos no han dicho a quién hay que votar, se han limitado a exponer una serie de verdades morales, y con ello yo llego a la conclusión de que, como católico, no puedo votar ni al PSOE ni al PP. Simplemente, ambos atentan contra los valores no-negociables. Lo dice el Papa.

Y en entonces, ¿a quién puede votar un católico? Pues a los partidos que sí cumplen esos principios básicos. Por ejemplo a Familia y Vida, por ejemplo, a Alternativa Española (AES), por ejemplo a la Comunión Tradicionalista y Carlista (CTC), por ejemplo a Solidaridad Internacionalista (SAIN). Ahí tienen un partido nacido para defender la familia natural y al ser humano más inocente; un segundo, bien distinto, al que además, preocupa mucho que España no se rompa. La CTC es la heredera del tradicionalismo español, de gloriosa historia intelectual, confesional (como AES, pero no como Familia y Vida ni como SAIN). Si quieren un partido internacionalista de izquierdas, que respeta esos principios, ahí tienen a SAIN, que también cumple los cuatro valores no negociables.   

¿Que votar a esos partidos no cambia nada? Sí que cambia. Cuando no cambia nada es perpetuando el actual sistema de partidos, un espejismo de pluralidad, porque, en el fondo, las formaciones del arco parlamentario se diferencian en una sola cosa: en los nombres de sus diputados. Piénsenlo: ¿Cuál ha sido el cambio de Aznar a Zapatero en lo referente a los valores no-negociables? En imagen que tomo prestada del que fuera presidente-fundador de Familia y Vida, José Alberto Fernández, "el PP nos puso al borde del abismo, ZP sólo nos ha dado un empujoncito".

Eulogio López

Candidato de Familia y Vida al Congreso