Empecinado empeño el de muchos, en traducir al Papa. Como Juan Pablo II domina a la perfección 8 idiomas y se entiende mejor que bien en otros 22, no necesita muchos intérpretes, pero siempre hay almas entregadas y desinteresadas (¡Qué miedo!) dispuestas a sacrificar tiempo y meninges para traducir al polaco, no vaya a ser que alguien le entienda mal. Pero no: el Papa no necesita ni traductores ni, lo que es peor, intérpretes. Se le entiende todo muy bien: sólo hay que desearlo.

 

Por ejemplo, acabo de escuchar a un famoso periodista español, en alusión a la guerra de Iraq, que "el Papa se opone a todas las guerras". Muy cierto, se opone a todas las guerras e incluso a toda violencia. El miércoles 8, mismamente, Wojtyla recordó que el Cristianismo no es una religión cómoda, y que la respuesta al terrorismo de un cristiano no puede ser la violencia, sino la oración: "Estoy más convencido todavía hoy, mientras disminuyen las fuerzas del cuerpo, siento todavía más viva la fuerza de la oración".

 

Y ya puestos, afirma también que la solución política a la violencia es el diálogo, y, también, que se necesita mucho coraje para enfrentarse a la violencia con esa arma del diálogo, mucha valentía y mucha firmeza.

 

En definitiva, estamos hablando del mismo Papa que exclamó, el día en que comenzaba la Guerra de Iraq, que sus instigadores tendrían que responder "ante Dios, ante su conciencia y ante la historia".

 

Y, al mismo tiempo, fue el mismo Papa que animaba una intervención internacional en la antigua Yugoslavia para detener la sangría. El mismo Papa que pide a los dictadores del Tercer Mundo que liberen a sus ciudadanos esclavos y a los demócratas del Occidente opulento que sean más generosos.

 

¿Dónde esta la ecuación perfecta entre firmeza y diálogo, entre renuncia a la violencia y enfrentamiento con los agentes del mal? Ahí va: refiriéndose al 11-S, en vísperas de un nuevo aniversario, el Papa afirma "que no cabe la menor duda de que se necesita firmeza y decisión para combatir a los agentes de la muerte", pero "al mismo tiempo, sin embargo, es necesario comprometerse con todos los medios para desarraigar todo lo que favorece la afirmación del terror: en particular, la miseria, la desesperación y el vacío de los corazones". Y es que no sólo de pan vive el hombre: También necesita esperanza y un sentido para su vida.

 

No, el Papa dice algo más que eso de que todas las guerras son malas y de que hay que rezar por la paz. Entre otras cosas, porque tenemos un Papa sabio y santo, y con dos narices en lugar de una. Lo que pasa es que no hay que traducirle ni interpretarle, sólo leerle.

 

Sus palabras resultan especialmente pertinentes cuando Rusia amenaza con seguir la estela de Estados Unidos y practicar la guerra preventiva más allá de sus fronteras, y justo cuando, los otros, Francia y Alemania, por ejemplo, insisten en excusar al terrorismo. Se equivocan los cuatro. Bush y Putin, porque la respuesta cristiana a la violencia es el diálogo. Chirac y Schröder, porque hay que ser muy valiente para hacer frente al terrorismo con la palabra y para utilizar la fuerza sólo en defensa del más débil y como legítima defensa.

 

Todas las citas han surgido de, cómo no, www.zenit.org: La voz del Papa casi en tiempo real. No necesita intérpretes. Especialmente intérpretes bienintencionados. Lo que se necesita es leer al Papa en Zenit. Y luego, hacerle un poco de caso.

 

Eulogio López