Formalmente son trabajadores autónomos, pero en la práctica están sujetos a la disciplina laboral. Tienen horario y su trabajo está pautado en el seno de la organización de una empresa. La compañía no les contrata laboralmente para esquivar la legislación laboral y la cotización a la Seguridad Social. Son los "falsos autónomos" o "autónomos dependientes". Se dan por miles entre los mensajeros, más conocidos como "moteros". Pero también los elegantes bancos y compañías de seguros realizan relaciones laborales encubiertas con sus comerciales. Incluso los medios de prensa abusan del exceso de oferta con la desprotección de sus redactores.
Nadie se ocupa de ellos. No encajan en los sindicatos porque no son trabajadores. Tampoco en las asociaciones de autónomos, que muestran escasa sensibilidad hacia este colectivo de miles de trabajadores desprotegidos y desasistidos. Y la Administración, ¿qué hace ante este monumental fraude? Lamentarse de la escasez de medios materiales y humanos de la Inspección de Trabajo. ¿Será por esto que se ha disparado la cifra de autónomos en los últimos años? Progresamos.