Los especuladores financieros no tienen cuernos ni rabo. Les ves por la calle y en poco se distinguen del resto de los mortales.

Ayer estuve con uno de ellos, una hora antes de que el primer ministro José Sócrates, hiciera público que Portugal se rendía y acudía al recate. Un tipo simpático, culto y honrado. Y sincero, porque así se define: soy un especulador. Nos dijo lo siguiente: "He comprado Portugal y esta noche dormiré como un bebé". Añadió: "¿Sabéis por qué?". La respuesta de un tercero fue: porque sabes que tiene que ser rescatada.

Y en efecto, Sócrates pide rescate, Europa se lo concederá y nuestro especulador habrá ganado mucho más que invirtiendo en bono alemán, por ejemplo. Una gozada.

Nuestro especulador sólo tendría problemas en el caso de que restableciera la cordura y no hubiera rescate. Entonces todos, pobres y ricos, dejaríamos de financiar a los ricos, a aquéllos que cubren todas sus necesidades y aún les queda para invertir.

De paso, si no hubiera rescates, los políticos derrochones, como José Sócrates, se cuidarían mucho de dilapidar. Por cierto que Sócrates es el único alumno que posee ZP (salvo en eso de dimitir) y le imita en todo: en su obsesión por el aborto y en su capacidad de despilfarro.

¿Que si España va a caer? Pues es imposible saberlo. Si los especuladores se quedan sin otra pieza a batir y si ZP y las comunidades autónomas siguen emitiendo deuda, es decir, endeudándose, pues seguro que sí.

No es que suframos una burbuja especulativa, es que vivimos de continuo dentro de esa burbuja. El único remedio consiste en pincharla: que quiebren los países quebrados y que quiebren los bancos quebrados.

Mi amigo el especulador me dijo algo más: el mercado es el rey. Pues entonces, ¡viva la República!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com