Sr. Director:
Eso es lo que afirman algunos periodistas en un arranque de frivolidad a raíz de la campaña atea que se pasea por Europa. Si bien ciencia y religión deben de colaborar en el desarrollo total del hombre, el cuerpo, llamado a aparejarse indefectiblemente con la tumba, es ya un objeto de culto salido de madre y el alma, arrinconada en el micro y macrocosmos social, languidece por falta de alimento y mugre, olvidada de sus coloquios amorosos con Dios.
La teología pauta el comportamiento humano de acuerdo con su trascendencia y destino dual y excluyente: cielo e infierno, apoyada en testigos seculares o recientes, como los estadounidenses Bill Wiese y Mary Baxter. Los ateos, simplemente, no aportan nada que valga la pena.
Clara Jiménez
clarajim3@gmail.com