Sr. Director:

Saturados por la ola de calor, las discusiones políticas, los incendios estivales y la avalancha de noticias  que nos trasmiten los medios, no nos queda tiempo para oír otros mensajes más trascendentes.

El evangelio de este domingo (18T. ordinario)  viene a sacudir nuestra modorra. "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo dónde almacenar mi cosecha". Y se dijo: "Haré lo siguiente: Derribaré los graneros y construiré otros más grandes y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mi mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida". Pero Dios le dijo:"Necio esta noche van exigirte la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?". Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios".

La palabra de Jesús es intemporal y universal, es actual y vale para todos. ¡Dichosos los que la escuchan y ponen en práctica! Ser rico ante Dios esta es la enseñanza clave de la parábola: No ambicionar y menos acumular dinero y riquezas, poner la confianza en Dios, hacer obras benéficas y pasar por esta vida haciendo el bien que podamos, a favor de los más necesitados. Esta es la verdadera postura cristiana. No nos dejemos arrastrar por la codicia y la ambición en esta sociedad consumista y saborearemos la paz interior.

 

Miguel Rivilla

miriv@arrakis.es