Pero lo interesante fue la lección magistral sobre el origen de la crisis. Según Fernández no es el momento de buscar culpables ni de hacer ideología. Ni el problema fue la falta del Estado ni el fallo del mercado; falló el sistema. Falló el sistema porque Estados Unidos apostó por la desregulación del sistema financiero como lo había hecho en el transporte y en la distribución. El problema no fueron las subprime, que suponían el 20% del crédito hipotecario, sino todo lo que estaba detrás. Por eso, según Fernández, el origen de la crisis hay que buscarla en octubre de 1987, fecha del anterior crack.
Luego vinieron los seguros de posible impago que cubrían las subprime. Todo ello aderezado con las nuevas tecnologías que permiten operar fuera de balance todo lo que Ud. quiera. Le agregan que la Bolsa ya no se convirtió en un lugar de una sana especulación entre productores y consumidores sino entre intermediarios y el cóctel explosivo.
Según Fernández, Greenspan ya advirtió del desmadre cuando pronucnió aquello de la exuberancia irracional. Y es que, por primera vez, la industria financiera había asumido el motor de la economía americana y era el principal renglón de la economía del país. Un fenómeno nuevo. Así que la clave está en regresar a un modelo productivo, 'desfinancializado' en el que el capitalismo no sea especuativo. En resumen, abandonar el casino.
El análisis es perfecto. No usa papel. Se sabe la lección y la explica con una enorme pedagogía. Da gusto escucharle. El diágnóstico, perfecto. La terapia, mejorable. Porque para ese nuevo modelo económico, la receta del presidente dominicano no es otra que energías limpias, molinillos, coches eléctricos, agricultura intensiva y células madre. Pobre, muy pobre. Lástima.