Sr. Director:
Aunque no quieran reconocerlo públicamente y la secretaria general, Dolores de Cospedal prohíba hacer declaraciones sobre el tema, el mayor desastre sufrido por el Partido Popular ha sido el descalabro que ha supuesto no haber alcanzado los 55 escaños necesarios para lograr la mayoría absoluta en las pasadas elecciones autonómicas en Andalucía y completar el puzzle con fondo azul.

Sin restarle importancia a lo sucedido en los comicios asturianos, no son magnitudes comparables bajo ningún concepto. Los populares, en esta ocasión y sobre el papel, tenían el triunfo en sus manos e incomprensiblemente lo dejaron escapar una vez más. Para más INRI, durante los 30 primeros minutos una vez comenzado el recuento, caras y declaraciones de los dirigentes conservadores reflejaban total satisfacción, manifestando haber logrado la deseada mayoría. Tales prematuras demostraciones de alegría, a los pocos minutos, se tornaron en gestos de desconcierto al no entender que estaba ocurriendo. Por su parte, los socialistas mantenían una actitud discreta, limitándose a repetir el mantra de ¡¡Todavía hay partido!!

El enfoque de la campaña, incompresiblemente fue nefasto. Ir por la vida de prepotente y dando lecciones de ética en todos los mítines cuando en tu propio partido existe porquería acumulada para llenar camiones no es de recibo. Seguir confiando en las teorías del amortizado y eterno asesor Arriola a estas alturas, fue un rotundo fracaso. Con su experiencia, tenía que haber advertido que los socialistas estaban encantados con los resultados de las encuestas, porque sabían que ello provocaría una ridícula seguridad de victoria anticipada en las filas de los populares y, dejándose llevar por su característica y abúlica pereza, muchos de sus votantes, militantes y simpatizantes, no acudiría a las urnas imaginando que ya lo harían "otros", como así fue.

El citado asesor, a la vista de que en el mitin de cierre de campaña la asistencia fue limitada, a pesar de contar con la asistencia de Arenas y Rajoy, suponía un pésimo síntoma, debió advertir a la dirección del partido para que movilizaran sus fuerzas incitando a la acción de votar. Errar en estos temas tan elementales resultó imperdonable

En sentido contrario, todos los pronósticos sobre el fracaso de la huelga general, incluidos los efectuados por medios y políticos de izquierda, acertaron. Se impuso la normalidad salvo ciertas excepciones. El gran error cometido por parte de los sindicatos CC.OO. y UGT fue su precipitación en la convocatoria. Los nervios estaban tensos en ambas centrales por la pérdida continuada de prestigio, a pesar del descarado e impropio apoyo del PSOE. Otro factor que les ha restado credibilidad a las organizaciones sindicales, fue la violencia ejercida por los eufemísticamente llamados "piquetes informativos" y los pronunciamientos de algunos de sus líderes, comportándose como auténticos energúmenos. Los ciudadanos, cada día entienden y soportan peor el matonismo de los piqueteros. Pretender suplantar el papel de la oposición en función de la debilidad del PSOE en el Congreso, a base de destrozar lunas a martillazos, cortar calles, destruir mobiliario urbano y quemar contenedores, no es precisamente la estrategia más adecuada para ganar prestigio, unido al efecto demoledor que dichas acciones producen en países presuntamente interesados en invertir en España.

Cuestión compleja y quizá más tensa de lo que parece van a constituir las negociaciones PSOE-IU para la posible coalición de Gobierno en Andalucía. La formación comunista ha dejado muy claro que la comisión de investigación sobre los ERE, será un trámite previo e ineludible antes de firmar acuerdos.

Convendría recordar que en esta ocasión será la primera vez en 16 años que se cree una comisión parlamentaria por el pertinaz voto negativo de los socialistas. Tras los ERE, además, existen otros temas altamente polémicos que igualmente deberán ser investigados, tales como: gestión de la Agencia IDEA, Invercaria, negocios con la Junta del comisionista Iván Chaves, hijo del expresidentes Chaves, etc. etc. Todas estas iniciativas fue imposible materializarlas en la legislatura anterior, impidiéndolo la mayoría del PSOE pero las circunstancias actuales son totalmente distintas. La permanente negativa socialista con argumentos vacuos y peregrinos ya no podrá exhibirse , y es muy posible que algún político salga más "tocado" de lo que imagina…Mar Moreno, consejera de Presidencia, llegó a afirmar sobre las comisiones que "se trataba de una figura francamente en desuso". Mayor descaro, imposible.

Desafortunado pero cierto, hasta el primer banco de EE.UU, JP Morgan, refiriéndose a las pasadas elecciones andaluzas, opinó que: "no condujeron a un cambio de Gobierno y a una potencial limpieza en Andalucía como se esperaba", pensando en posibles e importantes inversores extranjeros, dictamen que han plasmado en el informe que han remitidos a sus clientes en todo el mundo. Acciones de este tipo no nos benefician en absoluto pero con la globalización resulta extremadamente difícil evitar que se propaguen.

Por su parte, en la entrevista realizada por Esther Esteban a Cayo Lara para el Diario El Mundo, contestando a una pregunta de la periodista sobre la petición de investigación de los ERE, el líder de IU, afirma que "se exigirá tal investigación. Está puesto en el contrato firmado ante notario y eso es sagrado. Si de nuestro voto depende se va a ir a por todas con el escándalo de los ERE y se van a levantar las alfombras del Palacio de San Telmo, hasta las últimas consecuencias, Caiga quien caiga". Cuidado con estas afirmaciones que son muy fuertes e IU tienen que cumplir su palabra si no quiere caer en el más profundo de los desprestigios. Esperemos que Javier Arenas, aunque sea lo último que haga a favor de su partido, tome muy buena nota de lo afirmado por Cayo Lara y que los escándalos a los que hace mención el político comunista, salgan a la luz pública con todas las consecuencias y que los andaluces conozcan la verdad de todo lo ocurrido en su Comunidad durante los últimos 30 años de gobierno socialista.

José-Tomás Cruz Varela