Sr. Director:
Una vez rechazada la propuesta del Nuevo Tratado Europeo y aprobado elaborar uno nuevo, parece una buena ocasión para estudiar los retos que enfrenta actualmente Europa y el imperativo urgente que supone recuperar las raíces cristianas en el tratado constitucional.
"La cuestión está abierta y habrá que ver en qué medida los grandes valores que deben presidir la Constitución de la UE tienen que ver o no con la tradición europea", afirmó hace unos días el cardenal Rouco, quien recordó, en palabras del Papa Benedicto XVI, que este continente "no se reduce a una categoría puramente geográfica económica o incluso política sino que es una realidad, una cultura, un alma y una historia espiritual peculiar que se ha formado a través de 2.000 años de cristianismo". Y es que con este tratado Europa "se juega el futuro y la paz del Estado democrático de derecho". Soy del parecer que no podemos reducir a Europa a una categoría, porque Europa es un alma y una historia espiritual, casi 2.000 años de cristianismo que tienen un gran fundamento, regadas por el pensamiento cristiano que ha formado Europa hasta nuestros días. De no tenerlo en cuenta sería perder otra buena ocasión de sentar la nueva Europa en sus raíces.
Jesús Domingo Martínez
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