Sr. Director:
Lean este texto. Aunque suena muy actual, fue redactado hace 65 años:
"Debemos seguir, en estas regiones del Este, una política demográfica conscientemente negativa. Es necesario por todos los medios de la propaganda, en particular por la prensa, la radio, (...). Inculcar a la población rusa que un gran número de niños sólo representa cargas pesadas. Hay que insistir sobre los gastos que originan los niños, sobre las cosas materiales que se podrían adquirir con el dinero que se gasta en ellos. Se podría igualmente hacer alusión a los peligros para la salud de la mujer como consecuencia de los partos.
Al mismo tiempo, se debe hacer una propaganda amplia y poderosa a favor de los productos anticonceptivos; se debe crear una industria apropiada para este fin. Ni la difusión, ni la venta de productos anticonceptivos ni el aborto deberán ser perseguidos por la ley. Habrá que facilitar la creación de instituciones especiales para el aborto, entrenar para esto a comadronas y enfermeras.
La población recurrirá al aborto con mayor frecuencia si éste se realiza con esmero; los médicos deben tomar parte en ello sin menoscabar su honor profesional. Se debe igualmente recomendar en la propaganda la esterilización voluntaria.".
Aborto libre, anticonceptivos para todos, los niños son una carga, esterilización voluntaria, propaganda engañosa sobre el peligro para la salud de las mujeres embarazadas, los médicos abortistas son unos buenos profesionales...
¿Hablamos de la situación actual?
No. Se trata de la política de exterminación de un pueblo enemigo, tal como fue concebida en 1940 por el mismísimo Hitler. Se debía aplicar a los países del Este europeo, a los que los alemanes no dudaban que iban a conquistar para germanizarlos. Diseñaron un plan a treinta años, lo llamaron "teoría del genocidio de efecto retardado", para disminuir el poder biológico del pueblo ruso.
Raúl Sempere
raulsempere@torrelche.com