Sr. Director:
¿Por qué tantos se apasionan con el Corazón de Jesús y tienen su imagen en la entrada de su casa, en el salón o en una medalla que llevan al cuello?
No es posible contemplar el amor de Cristo, manifestado, sobre todo, en la Cruz, y ser impasibles. El Amor pide amor y se paga con amor. Quien no ama a Cristo, ¿no será porque no se lo hemos presentado?
Su principal atributo no es la justicia, sino la Misericordia. Impresionantes estas palabras suyas dirigidas a Santa Faustina Kowalska: "Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose, el milagro de la misericordia la restaura totalmente". Y también: "Ningún alma que se haya acercado a Mí, se ha retirado sin consuelo". Pero no confundamos lo bueno con lo tonto; también dijo a la santa: "Quien no quiere pasar por la puerta de mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de mi justicia". ¿Qué es lo que puede apartarnos para siempre de Dios? No la gravedad del pecado ni su número, sino la soberbia y la desconfianza, pues, como dijo a Santa Faustina, "no existe miseria que pueda medirse con mi misericordia".
A su vez, nos pide que seamos misericordiosos: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Sermón de la Montaña). El Obispo de Palencia lo ve así: "El Corazón de Cristo es la imagen del amor materno de Dios que, en su potencia regenerativa, nos sana, nos rescata, nos rehace, nos perdona… Por ello, no nos cansaremos de confesar: ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío!" (J. I. Munilla).
Josefa Romo
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