Hay quienes tienen su ideología tan asumida que no la advierten, y la confunden con la realidad. Evidentemente, tanto el decreto de Bush como el de Obama, que lo deroga, son dilemas políticos con cimientos ideológicos y morales. En cuanto a motivos religiosos, el Times se los aplica a Bush, pero Obama los citó expresamente para apoyar su decreto: Como persona de fe, creo que estamos llamados a cuidar unos de otros y trabajar para aliviar el sufrimiento humano.
El presidente de los EEUU recalcó la ayuda a la protección de la investigación libre y abierta e informó de nuevas medidas para ratificar que tomamos decisiones científicas basadas en hechos, no en ideología. Nuestro Gobierno nunca abrirá la puerta a la clonación humana con fines reproductivos. Eso es peligroso, profundamente malo, y no tiene lugar en nuestra sociedad, ni en ninguna otra. También Obama ampara que la libre investigación ha de agachar la cabeza a los principios morales.
La obsesión de Obama consiste en quitar la censura de Bush, imponiendo a los estudios científicos inflexibles condiciones y una minuciosa fiscalización, para atajar posibles arbitrariedades.
La iniciativa de Obama parece menos equilibrada. En su perorata se deslizó entre la vaguedad de las generalidades inexpugnables, sin entrar en el debate de lo que está en juego: no citó que la fajina que financiará se trata del asesinato de embriones humanos. Aseveró que el decreto de Bush proyecta un falso dilema entre ciencia seria y valores morales, pero no determinó qué valores salva con su decreto, y cuando aseveró que se puede investigar con las células embrionarias y, al mismo tiempo, evitar los peligros, tampoco reveló de qué riesgos se trataba. Lo único que está claro es que el equilibrio de Obama ladea la balanza hacia un lado. Remató su discurso con la cita religiosa habitual Dios bendiga a América.
Sin embargo, la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal, aseveró que: Ningún católico puede admitir, en ningún caso, prácticas como el aborto, la eutanasia o la producción, congelación y manipulación de embriones humanos.
Clemente Ferrer Roselló
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