Hay historias que de puro extravagante o bien te encantan o, por el contrario, te chirrían totalmente. Lars y una chica de verdad es una de ellas. El espectador o bien se mete, desde un principio en la historia, o saldrá  del cine echando pestes.

Lars es un chico bondadoso, extremadamente tímido, cuya  soledad preocupa a su hermano y especialmente a su cuñada. Un día Lars les anuncia la gran noticia: ha conocido a la chica ideal y va a venir a visitarle. Pero la alegría da paso a la desesperación cuando Lars les presenta a su prometida: es una muñeca hinchableAnte esta situación disparatada los parientes de Lars recurren a la psicóloga del pueblo, la sensata Dra. Dagmar, que les indica unas pautas de comportamiento bastante extrañas

No piensen mal de Lars, a pesar de que las muñecas hinchables siempre han tenido muy mala prensa. No hablamos de un desagradable caso de fetichismo (como ocurría en Tamaño natural, de Luis García Berlanga) sino de un cuento inocente sobre un muchacho con dificultades para comunicarse con el sexo contrario y de una comunidad solidaria dispuesta a ayudarle

Que esta disparatada historia resulte creíble (al menos para una parte del público) se debe, entre otras cuestiones,  a un magnífico reparto en el que sobresalen Ryan Gosling y la británica Emily Mortimer (la inolvidable madre de Mi querido Frankie).

Para: Los que les vayan los cuentos un poco raros