Sr. Director:
Ambas, la vida y la familia, están íntimamente relacionadas. La vida es, sin duda, el primero de los derechos humanos que debemos respetar, desde su fecundación hasta su término natural. La familia, fundada en el matrimonio entre varón y mujer, como la célula básica de la sociedad y la primera responsable de la educación de los hijos.
Me parece conveniente recordar esto hoy, con motivo de la conmemoración del Día del Niño por Nacer, es un día para alabar a Dios por el don maravilloso de la vida y tener un reconocimiento por quienes la honran y la dignifican al ponerla al servicio de los demás; por el espíritu alegre de nuestros pueblos.
Es por ello que es bueno que pidamos que los legisladores, gobernantes y profesionales de la salud, conscientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y protejan de los crímenes abominables del aborto y de la eutanasia, al tiempo que recordamos que ésta es su responsabilidad.
Pienso, Sr. Director, que si queremos sostener un fundamento sólido e inviolable para los derechos humanos, es indispensable reconocer que la vida humana debe ser defendida siempre, desde el momento mismo de la fecundación. De otra manera, las circunstancias y conveniencias de los poderosos siempre encontrarán excusas para maltratar a las personas.
Jesús Domingo Martínez
jdmbanyos115@gmail.com