Los chiquillos que se quedan durante horas frente a la pequeña pantalla o medios audiovisuales sin tope, tienen mayor tendencia a sufrir gordura, adicción al cigarro y a las bebidas etílicas, a un acto carnal inmaduro y a un escaso rendimiento escolar.

Estos son los resultados del estudio: Medios y salud infantil y adolescente, divulgado por Common Sense Media, una institución estadounidense sin arranque de lucro,  que ambiciona optimizar el esparcimiento infantil. La investigación hace un examen de los 173 tratados sobre el empleo infantil de los medios audiovisuales en los últimos tres lapsos de tiempo.

La indagación, en la que asimismo han intervenido la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y el California Pacific Medical Center, asevera que La media de visión es de unas 45 horas por semana, frente a las 17 pasadas con los padres o las 30 en la escuela. El análisis intenta llamar atención de los progenitores, no tanto para impedir el empleo de los medios audiovisuales, como para reforzar sus efectos positivos. También aconseja a los familiares reducir las horas que los vástagos pasan ante la televisión. A la vez, propone que los hijos dediquen más tiempo a jugar en lugar de ver y que practiquen juegos reales y no virtuales.

El análisis plantea que en los institutos se eduque a ser consumidores inteligentes de contenidos audiovisuales, porque juzga que los liceos tienen un papel importante para ayudar a los niños a utilizar los medios audiovisuales y a equilibrar su uso con actividades más saludables. Del mismo modo propone un retorno al deporte, como parte del perfeccionamiento que precisan los colegiales.

En esta sociedad decadente hay que valorar al niño en toda su dimensión y trascendencia como una persona en desarrollo. La televisión no puede ser cuidadora de niños, aunque los mantenga sin protestar ni hacer ruido. La responsabilidad de los padres adquiere un papel importantísimo. La adicción televisiva conduce a la inactividad, a la pereza y a la negación de otros mundos y actividades. Abstrae e hipnotiza.

Clemente Ferrer Roselló

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