Sr. Director:

La cifra de abortos en España se dispara, sobre todo, en casos de muchachas adolescentes, entre 14 y 18 años. Casi el 50% de las menores de 18 años, optaron por el aborto en 2001. Pésima solución. Tampoco lo es, como proponen algunos, la píldora poscoital, que es abortiva, o el uso de preservativos, que han demostrado su ineficacia.

La salida habrá que buscarla, entre todos, –padres, educadores, poderes públicos–en la prevención y educación y no en métodos de riesgo constatado o abortivos. Habrá que educar y mentalizar a los adolescentes de los riesgos que corren al jugar con fuego y gasolina. No es lógico meter la mano en el fuego y pretender no quemarse.

En todos los órdenes de la vida, puesta una causa, se sigue un efecto. También en el uso del sexo. Si se ejerce éste prematura e indebidamente, sin responsabilidad, sin compromiso, por simple juego, placer o diversión, trivializando el mismo, tiene que suceder lo que sucede. No valen después los lamentos ni las soluciones simplistas. En esto, como en todo, más vale prevenir que curar, pues quien evita la ocasión, evita el peligro. Las relaciones entre adolescentes no es cuestión de preservativos, ni de píldoras del día antes o del día después, sino de responsabilidad personal. Naturalmente, el camino de la educación, del autodominio, de la responsabilidad, de la madurez física y moral y de la continencia, es mucho más largo, duro y exigente, que el dejarse llevar por la corriente. Pero merece la pena. Está en juego la vida, la realización personal, la paz de las conciencias, la felicidad de las familias y de los propios adolescentes…

Miguel Rivilla San Martín

miriv@arrakis.es