Las nuevas normas contables dictaminan (sin que nadie sepa exactamente por qué) que las entidades financieras sólo pueden consolidar (que es lo interesante) en su balance empresas industriales, salvo que dispongan del 20% del capital. El tejido industrial español es muy dependinete de la participación de bancos y cajas en su accionariado. Si la norma se lleva a efecto, por ejemplo, exigiría a La Caixa que elevar su participación en Repsol YPF desde el actual casi 13% al 20%, o a cuadruplicar su actual participación en Telefónica.

 

El presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás, asegura que el Banco de España está siendo muy flexible en la aplicación de las nuevas normas, pero el peligro continúa latente. Por ejemplo, las nuevas normas apuntan directamente hacia Cajamadrid, que posee, por ejemplo, el 5% de Endesa, el 9% de Iberia o el 8% de Indra. A ninguna de esas empresas les interesa que Cajamadrid se marche, pero tampoco se puede exigir a Cajamadrid que aumente su participación en esas compañías hasta el 20%.