Al Gobierno no le gustó nada que tras la subida del impuesto sobre hidrocarburos las tabaqueras optaran por rebajar sustancialmente los precios de las cajetillas. El precio es una barrera de entrada y el gobierno quería elevar esa barrera como herramienta de política de salud. Aunque también recaudatoria. No conviene olvidar que la recaudación por tabaco duplica a los costes derivados de las enfermedades relacionadas con el vicio.
Pues bien, aquello fue tan sólo un episodio, según señala el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña. Un episodio pasado, porque finalmente los precios subieron y con ellos la recaudación. En el primer trimestre del ejercicio, los ingresos por tabaco crecieron un 4,1%, un 7,7% en términos homogéneos. Ocaña espera que ese crecimiento se eleve al 8% a finales de ejercicio en línea con lo que el estimado por el gobierno. Vamos que da la impresión de que las tabaqueras se habían salido del redil de la previsión gubernamental para regresar tras el episodio de rebelión a la economía planificada.