Se estrena esta semana la que, pese a quien pese, es la película del año. En ella, Mel Gibson demuestra dos cosas: la primera, que es un gran director capaz de narrar de manera emocionante y dramática unos acontecimientos que todos conocemos; la segunda, que sólo el empeño de un hombre de fe podía  sacar adelante un proyecto de estas características, dados los tiempos que corren.

     Rodada, por expreso deseo de Gibson, en los idiomas originales de aquel periodo histórico (arameo y latín), "La Pasión de Cristo" es una de esas películas que nunca dejan indiferente, lo mismo que ocurría con el hijo de Dios. Esas 12 horas fatídicas de la Pasión están narradas de una manera fiel, siguiendo los Evangelios. Para que no resulten tan duras, Gibson opta, en determinados momentos, por volver al pasado. Técnicamente lo hace a través de encadenados, algunos de ellos magistrales (una de las caídas de Jesús con la Cruz, en la que le socorre María, se encadena con un instante de su infancia en el que su madre también corría a levantarlo del suelo, tras un tropezón).

     La película, atacada desde casi todos los frentes, que la acusan de antisemita, gore (sangrienta y con violencia gratuita) e, incluso, homófoba (porque la figura de Satanás está representada en la película por una figura andrógina, interpretada por Rosalinda Celentano) es, sin duda, la mejor de cuantas se han hecho sobre la figura de Cristo.

     Muy cruenta (algunos hubiéramos agradecido algunas elipsis) nadie puede negar que, desgraciadamente, los  hechos históricos que se narran fueron así. Dulcificarla hubiese sido una compasiva forma de mentir. Particularmente, creo que los momentos más conseguidos son aquellos que muestran el dolor de una madre, un dolor más insufrible que el propio. A este respecto, cabe alabar el acierto de otorgar el papel de la Virgen a una actriz desconocida, Maia Morgenstern (que, para más señas, es judía y rumana). En el caso de Jim Caviezel ya sabíamos de su adecuada preparación, por películas como "La delgada roja" o "Frecuency" (por cierto, muy comentada la coincidencia de sus iniciales J.C. y su edad, 33 años con la de Cristo).  

     En próximas fechas oirán todo tipo de críticas sobre "La Pasión de Cristo". Háganme caso y no hagan ni caso: vivan la experiencia. Seguro que no se arrepienten.