Insiste Alex Rosal (La Razón, miércoles 7) en su idea de que mejor es una Iglesia pobre que una Iglesia esclavizada por el Estado: "Prefiero una Iglesia pobre, que esté obligada a mendigar porque pasa estrecheces, pero libre, cien por cien libre para poder ser la voz profética".

 

Alude Rosal al hecho de que el Gobierno Zapatero está utilizando, una vez más, el dinero público (no el del Gobierno Zapatero) para amordazar a la Iglesia, para que los pastores traguen sin rechistar con píldoras, por ejemplo, como las del matrimonio gay y con la exclusión de la Iglesia del foro público.

 

Y Alex Rosal tiene toda la razón del mundo. La financiación del Estado no es más que un chantaje permanente: dinero a cambio de silencio. No cita Rosal, quizás por falta de espacio, el mayor chantaje del Estado a la Iglesia: la financiación de los centros escolares concertados. Ahí sí que le tiene bien cogida a la Iglesia, quizás porque muchas órdenes religiosas han apostado por el sistema de los conciertos y no por el cheque escolar.

 

Días atrás recordaba, también, cómo en Estados Unidos triunfa la iniciativa de las parroquias con escuela adosada, financiadas por los fieles. En España, ahora que ha terminado el periodo de la declaración de la renta, la única parte del impuesto en la que el español es libre para decidir el futuro de su dinero, resuena nuevamente la controversia sobre la financiación de la Iglesia, como si ésta se alimentara de la generosidad del Estado.

 

Pero es igual, Rosal tiene razón. Renunciemos a todo el dinero con tal de conseguir la ansiada libertad. Es injusto, porque resulta que los cristianos seríamos así la única institución que no recibiría parte del dinero público (recuerden: el dinero público no existe, es el dinero de todos los ciudadanos, es nuestro dinero), a pesar de ser la institución privada que más aporta al bien común, entendido en sus vertientes social, económica, educativa y artística.

 

Sí, quizás haya llegado el momento de renunciar al dinero por la libertad. Ahora bien: para ejercer la libertad no hace falta esperar al cambio: puede empezar ahora mismo. Justo cundo arrecia la persecución intelectual contra la Iglesia por parte del Gobierno Zapatero. ¿En qué consiste dicha persecución? Pues en el ninguneo, en la conspiración del silencio y en el alejamiento del Foro cristiano de todo aquello que suene a Cristo. Porque lo malo no sólo es que el Estado chantajee a los cristianos a cambio de una mínima parte del erario público. No, lo malo es que encima, a cambio de esas limosnas, el Estado se erige en fuente de moralidad. Observen cómo los grandes críticos del cristianismo no hablan de acabar con la moral cristiana, sino de sustituirla por su propia moral, es decir, por la moral cívica, precioso eufemismo que no significa más que esto: la moral que impone el Gobierno… y de forma coercitiva

 

 

Eulogio López