Posteriormente encabezó la campaña de promoción del aborto en todo el mundo

Dice la dictadura progre imperante que el síndrome post-aborto no existe y que la ONU no lo reconoce. Basta con leer el informe elaborado por la Asociación de Víctimas del Aborto sobre las consecuencias físicas y psíquicas del aborto. Un lector nos envía también algunos comentarios sobre el citado síndrome.

No hay duda científica de que tras el aborto se produce lo que los psiquiatras califican de estrés post-traumático. Probablemente el peor de todos porque se trata de arrancar la vida que la embarazada lleva en las entrañas, quizás el mayor atentado contra la naturaleza. Y ya se sabe que la naturaleza no perdona nunca.

Pero regresemos a la ONU. Dicen los ‘tontiprogres' que la INU no contempla el síndrome post-aborto. Se equivocan. En 1970, Naciones Unidas reconocía que no existían estudios que evidenciaran las secuelas psíquicas del aborto podría generar " "reacciones psiconeuróticas y psicoticas" en "mujeres susceptibles (Página 41 y 42 del documento).

Además, en la página 42 del citado documento, se incluye referencia a varios estudios que demuestran que "varios desordenes mentales aparecen más frecuentemente en mujeres con problemas emocionales previos". Así que la misma ONU reconoce que "a pesar de que muchas mujeres justifican el aborto por razones psicológicas, estas mujeres son las que presentan mayor riesgo de sufrir desordenes psiquiátricos post aborto". ¡Toma ya!

Dicho de otra manera, las mujeres que abortan porque supuestamente el embarazo supone un riesgo psíquico, son según el informe referido de la ONU, las que mayor riesgo tienen de sufrir el denominado síndrome post-aborto.

¿Qué ha pasado desde 1970 hasta la fecha? La evidencia científica se ha impuesto y ha ido ofreciendo más datos que confirman el stress post-traumático. La literatura científica es muy abundante en este sentido. Pero desgraciadamente no se trata de buscar evidencias científicas, sino de ideología. En 1973 se despenalizó el aborto en Estados Unidos y fue entonces cuando los informes de Naciones Unidas giraron 180 grados para no desairar al Imperio.

Además, la estrategia de los grupos feministas y aborteros ha sido tomar –literalmente- las agencias de Naciones Unidas para expandir mundialmente su ideología antivida. Y para esa ideología, las evidencias científicas son un estorbo. También para los ‘independientes de la mañana' que aseguran buscar la verdad. Pero los hechos son los que son. El testimonio de las mujeres que han abortado es de arrepentimiento, dolor, depresión y sentimiento de culpa. Y el cuadro se cumple en todos los casos, con mayor o menor retraso.

Luis Losada