¿Despediría yo de Hispanidad a una lesbiana por el hecho de ser lesbiana? No. ¿Echaría yo de Hispanidad a una lesbiana que practicara el orgullo gay y promocionara la homosexualidad? Por supuesto que sí, sin pensarlo un segundo. De otra forma estaría engañando a mis lectores, pues Hispanidad no oculta que es un medio católico y con ello cada cual sabe lo que va a encontrar. Es decir, se va a encontrar con un medio que respeta a los homosexuales, como personas e hijos de Dios que son, pero que abomina de la homosexualidad y la vitupera sin piedad. Ya sé que está de moda interpretar las críticas a la pobreza con las críticas a los pobres, la denuncia de la incultura con la diatriba contra los incultos y la persecución del SIDA con la discriminación de los sidosos, pero créanme: la razón de tamaña conclusión es debida a cierta susceptibilidad social creciente y a que el mal no está en los gays sino en el orgullo gay –o en los gays orgullosos de serlo, claro está-.
Y ya sé que, en ese caso, seguramente Hispanidad saldría perdiendo ante los tribunales, pero eso sólo es porque los tribunales realizan una interpretación políticamente correcta de la legislación. Los tribunales y los medios. Por ejemplo, días atrás escuché un mitin en Radio Nacional de España. No a cargo de un político, sino de la conductora del espacio de mediodía. Se refería al crimen –sin presunto- de violencia de género perpetrado en Barcelona: "Terrorismo doméstico", "asesinato machista" y otras lindezas de la presentadora que no dudó en emplear nombres propios con voz asaz enfadada. Es más, despidió la información con la siguiente coletilla: "Ahora pasamos al otro terrorismo, el de ETA". Pues bien, horas después se supo que no había habido crimen alguno, ni machista ni ‘normal'. La muerte se había debido a causas naturales. Pero Radio Nacional de España no emitió rectificación alguna. Cuando se nada a favor de la corriente vale todo: hasta la canallada y el estereotipo: un varón ‘normal' es un maltratador en potencia.
Por supuesto que lo de la COPE en Vigo ha resultado una manipulación de principio a fin. Por supuesto que no se la echó por lesbiana y ella misma había cogido la excedencia para marcharse a trabajar con el BNG. Me consta por sus compañeros que celebraron su marcha con cava y ribeiro, y ninguno de aquéllos con los que he podido hablar sabían nada de su condición de homosexual. Pero la cuestión es que tiene una sentencia a favor, ahora dos, y que se está divirtiendo un montón cobrando salarios de demora y convertida en mártir de la libre opción sexual, pero la cuestión de fondo es la anterior.
En cualquier caso, lo que me asombra es siempre lo mismo: si era homosexual y conocía el ideario de la COPE, ¿no es la susodicha la que, ‘motu proprio', debería irse de la COPE o no haber entrado nunca en su redacción? Porque es una incoherencia bárbara y una forma de engañar a los oyentes, que son los que importan. ¿No será que si una lesbiana trabaja en la COPE lo hace por fastidiar? Porque, oiga, el principal argumento en pos de la coherencia –sana virtud- es que nadie da lo que no tiene. Los hay que ni nos dejan, ni aceptaríamos, trabajar en una redacción anticristiana. (Sí, ya sé que lo mismo ocurre con Federico Jiménez, pero por hoy no quiero más líos, ¿vale?).
Eulogio López