Sr. Director:
Si toda religión tiene sus fundamentalistas -cosa muy discutible-, también el laicismo tiene los suyos.
En España están bien representados por la CEAPA (confederación laica de padres de alumnos) que cuando oyen hablar de religión en la escuela desenfundan. Han estado en pie de guerra ante la creación en el currículo en el que se contemple el "hecho religioso" en dos modalidades alternativas, a elección de los padres: la clásica asignatura de Religión o bien un estudio no confesional del hecho religioso.
En una escuela que, junto con los contenidos tradicionales, incorpora, cada vez más, nuevos campos (educación vial, sexual, para la salud, para el consumo, educación para la ciudadanía, etc.), parece extraño que, como ocurre hasta ahora, no se considere necesario dar a todos unas elementales nociones sobre el hecho religioso.
Pero el dogma de los integristas laicistas es que la religión es algo puramente privado que no debe tener relevancia pública.
Parece que la CEAPA cree a pies juntillas que no se puede hablar de religión sin imponerla. Así, asegura que el objetivo de enseñar sobre el hecho religioso es "presentar, adoctrinar y hacer proselitismo de un mundo exclusivo de creyentes clericales, sin tener en cuenta el mundo no creyente o creyente no clerical".
Cualquiera diría que hoy existe una presión religiosa en la escuela, cuando lo que destaca a todas luces es el desconocimiento religioso, incluso entre alumnos que han estudiado religión.
Y ahora que en España hay mayor presencia de otras religiones no cristianas es necesario que todos sepamos algo más del hecho religioso. Tal vez la CEAPA piensa que la ignorancia favorece la tolerancia. Pero más bien, la ignorancia, suele ser el caldo de cultivo del recelo y del enfrentamiento.
Xus D Madrid
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