Sr. Director:
Los avances de las ciencias médicas han sido espectaculares en los últimos tiempos, pero la vida humana tiene sus límites intrínsecos, y tarde o temprano conoce el sufrimiento y termina con la muerte.
Nuestra sociedad pragmática y de marcado acento individualista exalta la salud y la idolatra de manera equivocada, al tiempo que esconde la enfermedad. Por ello hoy es más necesario que nunca recordar al mundo de la salud y de la enfermedad.
Es así que, la Iglesia católica, siguiendo el ejemplo del buen samaritano, ha mostrado siempre una solicitud particular por los enfermos. A través de cada uno de sus miembros y de sus instituciones, sigue estando al lado de los que sufren y de los moribundos, tratando de preservar su dignidad en esos momentos tan significativos de la existencia humana. A pesar de eso, a nuestro Gobierno le molesta la atención a los enfermos, por ello quiere echarlos de los hospitales públicos. ¡Lástima!
La forma de acompañar, como respuesta de la Iglesia, es la proclamación y la vivencia del mensaje alegre de la esperanza, fundado en la certeza de la resurrección de Cristo y, por tanto, en el amor y la fidelidad salvadora de Dios.
Enric Barrull Casals
enricbarcas@gmail.com