Hay dos tipos de personas. Los dogmáticos que saben que lo son, y los dogmáticos que no saben que lo son. Fue la respuesta de Chesterton, cuando alguien, hace más de un siglo, le llamó "dogmático" por el hecho de estar convencido de algo –en este caso no importa de qué: de algo-.

El obispo Cañizares ha respondido al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, un convencido de que ninguna fe puede imponerse a la ley. Lo cual es muy cierto, y de hecho, ninguna fe pretende tal cosa, porque la fe no se impone, se propone. De hecho, no puede imponerse, como no puede imponerse una forma de pensar o no puede imponerse a quien amas o a quien odias. La ley sí que puede imponerse: lo hace con el Boletín Oficial del Estado, si no la cumples, viene la policía y que te lleva al juez, y el juez te mete en prisión o te impone una sanción. Y todo ello lo hace a la fuerza. Si pecas ningún cura va a venir a detenerte, peor si no cumples la ley, que es coercitiva. La fe tiene influencia, sólo la ley tiene poder. La fe se propone de la manera más democrática: el interpelado dice sí o no, y en ningún caso le pasará nada. La ley, por el contrario, se impone bajo pena contra tu patrimonio o contra tu libertad.

Pero ahora me interesa más el concepto de "fe laica", poco resaltado por los medios informativos, porque ZP –y el PP igual- impone su fe lacia a través del BOE. Por "fe laica", el cardenal de Toledo entiende lo políticamente correcto. Por ejemplo, los progres, ZP, afirman que los cristianos no pueden imponer su doctrina sobre el aborto, pero ellos imponen la muerte al niño no nacido y la manipulación genética al embrión no desarrollado. Afirman que no se puede imponer la heterosexualidad, pero ellos imponen a los niños contra con dos padres-homo. No se puede imponer la formación religiosa, pero ellos imponen Educación para la Ciudadanía, donde, verbigracia, la homosexualidad se convierte en "otra forma de amar"…

En resumen, lo que Cañizares quiere decir con "fe laica" es que no hay ideología más castrante que la ausencia de ideología, hoy llamado relativismo, ni moral más agobiante que lo políticamente correcto, que podríamos definir con el desgraciadísimo aforismo del "Vive y deja vivir", antaño conocido como egoísmo puñetero y hoy reconocido como progresismo.

¿Y dónde termina la fe laica? Pues donde termina el relativismo en le que se sustenta: como el hombre es un ser dogmático, puede hacer caso al dogma de la ley natural o puede asegurar que no existen dogmas, en cuyo caso acabará convirtiendo sus deseos, sus caprichos, en su dogma, su religión, su credo, su moral y su ideología.

Eulogio López