Sr. Director:

El mensaje de Benedicto XVI, con motivo del 30 de diciembre de 2007, expresó con su rigor habitual la concepción cristiana de la familia, configurada a partir de la unión indisoluble entre varón y mujer y encaminada a educar a los hijos en la fe.

El Papa introdujo también un motivo para la esperanza, producto de su profundo sentido humanista: "Vale la pena trabajar por la familia, porque vale la pena trabajar por el hombre". Muchos de los intervinientes recordaron la relación entre la institución familiar y la defensa de la vida, una referencia particularmente oportuna después de los hechos gravísimos que han saltado a la luz pública.

Muchos católicos se han sentido agredidos por las leyes impulsadas por la primera legislatura de Rodríguez Zapatero y han demostrado de nuevo la vitalidad de una sociedad menos complaciente y hedonista de lo que algunos suponen. Las cuestiones de naturaleza ética no dependen de modas ni oportunismos, de manera que -como dijo el anterior presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Blázquez- "la familia tradicional no es algo anticuado ni está superada por los tiempos", por mucho que nos hablen de nuevos conceptos de familia.

Valentín Abelcar

vabelcarro14@gmail.com