Mientras, el fiscal general del Estado defiende el tercer grado para el dirigente de Nuevas Generaciones del PPLo hemos dicho muchas veces. Uno de los grandes defectos nacionales es el cainismo, el afán por devorar al hermano, porque no opina como yo. Es lo que está pasando con el caso de Ángel Carromero, el español del PP apresado y torturado en Cuba, al que la dictadura acusó de homicidio imprudente, por estrellarse el coche que conducía y que motivó la muerte de los opositores Oswaldo Payá y Harold Cepero.

Pues bien, para el PSOE es inaceptable que la presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre, fuera a visitarle a la prisión donde permanece recluido, después de que el Gobierno lograse su extradición. El PSOE -manda huevos, que diría Trillo- no entiende "la celeridad en la tramitación del tercer grado que se está llevando a cabo por Instituciones Penitenciarias, ni la rapidez en la aportación de documentos por el Ayuntamiento de Madrid comprometiéndose a concederle un puesto de trabajo de asesor en una Junta Municipal de Distrito", según dijo el portavoz socialista en la Comisión de Interior en la Cámara baja, Pedro Muñoz.

Y hablando del tercer grado para Carromero, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, ha manifestado que, en opinión de la Fiscalía, el delito cometido por el dirigente de Nuevas Generaciones Ángel Carromero "está incurso en la figura del tercer grado" dentro de la estructura del Código Penal, y la Fiscalía "procederá en términos de igualdad con el cumplimiento de los acuerdos internacionales adoptados". "La Fiscalía está examinando el caso como otro cualquiera, y si se reúnen las condiciones para la concesión del tercer grado" se concederá.

Lo que no se entiende es, como declaró a Hispanidad el miembro del Movimiento Cristiano Liberación de Cuba Regis Iglesias, que Carromero no haya sido liberado ya por el Gobierno.

Pero es por culpa de la España cainita del PSOE y acomplejada del Gobierno del PP.

José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com