Las bolsas europeas se han caído y la española, en concreto, se ha desplomado un 5% en una semana y corre el riesgo de perder todo lo ganado en un lustro de subida imparable

Es verdad que la paradoja de esta crisis es que golpea más duramente a los países ricos que a los pobres, por el hecho de que la crisis es producto del a especulación de los mercados financieros, y las bolsas del área OCDE, del mundo rico, son mucho más poderosas y canalizan más ahorro que la del mundo pobre.

Ahora bien, la mala noticia es que nadie pone coto a la especulación financiera. Por ejemplo, Estados Unidos ha vuelto a tropezar en la misma piedra de todo el Occidente capitalista: dinero público para salvar las dos grandes firmas -bancos- hipotecarios norteamericanos: Fannie Mae y Freddie Mac.

De esta forma, al igual que hiciera Reagan con las 'saving bank', o Felipe González con la crisis bancaria española, se vuelve a cometer el mismo absurdo: utilizar el dinero de los ciudadanos para salvar las entidades en lugar de ayudar a los ciudadanos por el desastre de la gestión bancaria.

De hecho, el Gobierno Bush y los reguladores norteamericanos no han castigado a los verdaderos causantes de la crisis: los bancos de inversión que han creado una burbuja especulativa alrededor de las hipotecas, un producto estupendo que sí cumple una gran labor social, incluida las subprime.

Por tanto, lo que estamos viviendo es una crisis permanente, dado que no se castiga la culpable -el especulador- sino a las consecuencias de la especulación. De esta forma, no es que la actual crisis económica tarde más o menos en pasar, es que no pasará nunca, será permanente. Mientras haya especulación habrá crisis y el poder no quiere interponer medidas porque vive de la especulación y los políticos acaban casi siempre trabajando para los especuladores y para su sector hermano: el tráfico de influencias. ¿Ejemplos? El ex director general del FMI, Rodrigo Rato, quien, por su responsabilidad al frente del organismo, garante final de los pagos en el comercio internacional, debía haber enarbolado la bandera de la economía real y emprender la cruzada contra el parásito de la economía: la especulación. Ahora trabaja para bancos de negocios, instrumentos favoritos de la especulación, junto a los fondos y al capital-riesgo.

Es decir, que el carácter cíclico de la crisis no será tal: entramos en la crisis económica permanente, un nueva era para la humanidad. No se si será gloriosa, pero sin duda nueva.

Eulogio López