Es muy probable que, como tantas otras veces ocurre, una Carta de
Técnica ésta que, por ejemplo, me ha parecido ver utilizar a la insigne Carmen Gurruchaga, quien ha terminado por concluir algo tan original como lo siguiente: El Vaticano no entiende a la mujer. Al final, yo solo he llegado a una conclusión: Carmen Gurruchaga no entiende al Vaticano y hasta estaría por asegurar que tampoco a muchas mujeres. Claro que también pudiera ser que, sencillamente, Gurruchaga hubiera pergeñado su artículo para
Al final, lo que dice
Y entre los complementarios, no puede haber competencia, sino colaboración, a ser posible íntima.
Otra cosa que dice El Vaticano es que las relaciones entre dos elementos tan desiguales tienen que estar marcadas por la entrega, y no por la dominación. Aquel viejo lema de "vale quien sirve" es más aplicable al matrimonio que a ninguna realidad social o colectiva. Es la diferencia entre la tontuna del "Solas", de la ex ministra Carmen Alborch, y la película homónima de Benito Zambrano. Entre ambas "soledades" hay una diferencia: tenemos a la mujer (o al hombre, qué más da) que hace feliz a quienes le rodean porque está pendiente de los que le rodean, y tenemos el pestiño reivindicativo y plasta de la señora ex ministra.
También dice El Vaticano que la vida no es una lucha por el poder, ni tan siquiera por la libertad, sino una lucha por la felicidad, por la realización personal. O como diría Chesterton: "200.000 mujeres gritan: No queremos que nadie nos dicte, y acto seguido van y se hacen dactilógrafas". O como dice otro periodista amigo mío (que no es Chesterton): A estas chicas alguien les ha engañado. En cualquier caso, y desde que se inventó eso que llamamos ‘calidad de vida', hay que ser realmente tonto para fiar la felicidad personal al éxito profesional… y me refiero a ellos y ellas.
Anda, Gurruchaga, prenda, léete
Eulogio López
Carta a los Obispos de la Iglesia Católica Sobre la Colaboración del Hombre y la Mujer en la Iglesia y el Mundo