Esta vez los piqueteros paralizaron el cobro de peaje en una de las principales autopistas de Buenos Aires, mientras la policía miraba hacia otro lado. La impunidad empieza a apoderarse de las calles argentinas justo en el momento en que la crisis económica de 2001 parecía que iba a quedar atrás.

 

En la Argentina está a punto de producirse un choque entre las distintas facciones piqueteras. En otras palabras, entre los piqueteros revolucionarios puros, de corte castrista, y entre los piqueteros que apoyan a Kirchner, o que más bien son apoyados por él. Sería un enfrentamiento, por decirlo así, entre los que creen en la revolución armada de corte marxista y los que piensan que resulta más práctico hacer la revolución desde la Casa Rosada. Es la hermana del presidente, Alicia, la responsable de tender una mano a esos grupos de ilegales que no están dispuestos a romper con el ala izquierdista del peronismo  que representa Kirchner. Los primeros, los castristas, simplemente imponen su ley en la calle, muchas veces ante la pasividad de la policía. Los segundos incendian las sedes sociales de las empresas, preferentemente españolas (Repsol YPF está sufriendo, lo que se dice "en silencio", los ataques contra sus sedes, permitidos por el Gobierno). La explosiva situación argentina ha degenerado en la mayor de las inseguridades callejeras. No nos engañemos: muchos piqueteros son, principalmente, delincuentes que buscan una coartada política para sus fines, y otros no creen en otra democracia que la democracia popular cubana. Uno de sus líderes, Raúl Castells, protesta por las ayudas sociales de 50 dólares. Es poco dinero, ciertamente, pero representa un gran esfuerzo para un país cuya clase media ha sido diezmada durante la reciente crisis.

 

Al final, lo que se percibe es una inseguridad ciudadana máxima. Y de esa inseguridad puede surgir cualquier estallido. La actitud de un presidente Kirchner empeñado en ponerse al frente de la manifestación, de cualquier manifestación, no ayuda mucho a que se respeten los derechos humanos en el país.

 

Y, por otra parte, la actitud de Kirchner no hace otra cosa que ayudar a la facción dura de la banca internacional del Fondo Monetario Internacional, liderada por Anne Krueger (no confundir con Cruela de Vil) directora adjunta del FMI, para quien los bancos internacionales se retiran de la Argentina si no cambia la situación. Ella se refería a la situación económica, pero realmente se retirarán si lo que se sigue vulnerando es el principio a la integridad física y la impunidad de los piqueteros. Entonces sí que no habrá dinero extranjero para la Argentina. Yla Argentina lo necesita. No inversión de cartera, sino inversión directa, la que realizan las empresas, no los bancos, de inversión, meros intermediarios de deuda pública argentina, o los fondos de alto riesgo, verdaderos buitres de la deuda emitida por países en dificultades.