Los primeros nombramientos de don Mariano Rajoy ya proporcionan pistas. Por ahora nos movemos en el poder legislativo que, como representa a la esencia del sistema democrático, siempre se utiliza para rellenar con nombres de segunda fila. Sí, y sé que no debería ser así pero así es.

Fijémonos en dos de las lumbreras nominadas: Celia Villalobos, de profesión su encarecida defensa del aborto y del mercado de la muerte. Será vicepresidenta del Congreso lo que nos asegura, además, 'finezza' y cortesía parlamentaria por arrobas.

Como portavoz de la mayoría absoluta, Alfonso Alonso, una mente laica, un progre de tomo y lomo, entusiasta del homomonio, aún más dispuesto que Gallardón a casar gays... en aplicación de la norma recurrida por su propio partido ante el Tribunal Constitucional. O sea, todo un fenómeno de coherencia con el ideario del Partido Popular.

En cabeza del Senado, Pío García-Escudero, el hombre que nunca hace ruido, capaz de transitar por Aznarismo y Marianismo sin pisar ningún callo. Un profesional de la política, que significa justo eso que está usted pensando. ¿Cuál es el pensamiento político de don Pío? He aquí uno de los grandes misterios del universo. Don Pío siempre pasa inadvertido; mejor, don Pío es un inadvertido.

¿Y cómo ha recibido esos nombramientos la prensa pepera? Pues en clave de derecha pagana, que es lo que mola. La prensa española de derechas no es ni democristiana, ni liberal, ni conservadora: es de Mariano, un hombre de valores firmes, sobre todo de valores bursátiles.

Uno de esos periódicos peperos incluso ha defendido los nombramientos con la técnica de patada al adversario. Así, nos ha descubierto, en memorable exclusiva, que el sector más reaccionario del PP, es decir, los católicos, han utilizado al "Papa de Roma" para intentar que Rajoy, el de los valores, colocara a un cristiano en la Presidencia del Congreso. Todo ello para concluir que don Mariano, otra alma laica -o sea que no tiene alma de cura, por si no había quedado claro-, ha sabido resistir la asfixiante presión de la clerecía. Lo de la intervención del Papa no se lo cree ni el autor del suelto, claro está, pero el objetivo del libelo ha quedado claro y manifiesto: Mariano no se deja influir ni por el Papa. Pues bueno es él: un alma libre, ergo laica.

Mariano, ¡qué grande sos! Mariano: ¡colócanos a toos! O mejor: Mariano, aprueba un plan de ayudas a la prensa, sostén de la democracia, que el negocio se nos está yendo por las cañerías.

Empezamos bien la legislatura.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com