Sr. Director:
Querida Madre: Mi mujer y yo estamos muy contentos y la causa de nuestra alegría, de nuestro contento, son esos cientos de miles de hijos tuyos que han llenado las calles de nuestro Madrid de risas, cantos, rasgueo de guitarras, de alegría, de oraciones, de fe y de esperanza.

 

Nos hemos emocionado con todas y cada una de las estaciones del Viacrucis que hemos seguido y acompañado con nuestra oración a través del televisor (ya sabes madre que mi salud no me permite muchas cosas) nos ha emocionado esa cruz de madera sin crucifijo que nuestro querido papa Juan Pablo II donó a las Jornadas Mundiales de la Juventud y hemos pensado que todos y cada uno de los que queremos seguir a Jesús, tenemos que ser el crucifijo que falta, en esa cruz, tenemos que clavar mediante el sacramento de la confesión, nuestros pesares, nuestros temores, nuestras vergüenzas, nuestros egoísmos, nuestros rencores y, liberados de ellos dedicar nuestros esfuerzos ahogar el mal en abundancia de bien.

En un telediario y solo de forma muy breve, hemos visto la imagen de tu Divino Hijo clavado en la Cruz que en procesión por la calle de Alcalá, era escoltado por los legionarios que cantaban a pleno pulmón "El novio de la muerte" y, madre, nos hemos emocionado.

Como nos ha emocionado y mucho, el contemplar a más de millón y medio de jóvenes alegres y bullangeros que cuando llegó el momento, después de aguantar el tórrido calor que hizo en Madrid, la lluvia y el viento, que de todo hubo, clavaron sus rodillas en tierra y en un silencio denso, profundo, uno de esos silencios que solo se pueden escuchar con los oídos del alma, se unieron al Papa en oración ante el Santísimo Sacramento, una imagen imborrable que puso un nudo en nuestras gargantas.

En la Fundación San José hay 400 personas acogidas con diferente grado de discapacidad, están; unos, porque sus familias no pueden atenderlos, otros, porque sus familias no quieren atenderlos y otros, porque no tienen familia, a todos ellos en el nombre de Cristo y en el tuyo los acoge amorosamente nuestra Santa Madre la Iglesia, en la visita que hizo el Santo Padre a esta fundación, un chaval, sordo de nacimiento, me hizo llorar (esto no es difícil, pues ya sabes madre que soy muy llorón) en las palabras que este joven dedicó al Papa, yo creí entender que daba gracias a Dios por su madre que lo no abortó, por el cariño y sacrificio de sus padres que se han esforzado por formarlo para que sea uno más en la sociedad.

El Papa nos pidió que no tengamos miedo ni vergüenza en proclamar nuestra fe, nuestro amor a Jesucristo y a Ti, hoy tu hija Matilde y yo queremos hacerlo públicamente: Madre, te queremos, y te pedimos que le digas a tu divino hijo que también le queremos muchísimo, ya sé que podemos decírselo a Él directamente, pero un santo que yo quiero mucho dice que a Jesús, se va y se viene por María, así que, te dejamos ese encargo y Tú con todo nuestro cariño recibe un fuerte abrazo y un beso de tus hijos Juan y Matilde.

P. D. Nuestros nietos Aitor, Juan, Elena y Luis también te quieren, Nacho solo tiene año y medio pero ya se le está enseñando a quererte.

Juan Escribano Valero