Izquierda Unida no puede soportar el movimiento pro vida. La actividad desinteresada y titánica en favor de la vida supone un mazazo a la conciencia de quien se supone consagrado en la defensa de los más débiles. Cristina Almeida resultaba muy clara: "Existe un conflicto entre el derecho del niño a vivir y de la madre a seguir adelante con su embarazo. Y ese conflicto debe de resolverlo la mujer". ¡Toma ya! Es decir, ante el conflicto entre el fuerte y el débil, es el fuerte el que debe decidir. ¿Se imagina que Izquierda Unida defendiera que fuese el empresario el que decidiese en los conflictos laborales? Definitivamente, la ideología empaña la realidad... y la inteligencia.
Porque el movimiento pro vida mantiene una lucha cultural. Pero también se encuentra cerca de las mujeres que sufren. De aquellas que se encuentran abandonadas por sus parejas, expulsadas de su hogar paterno, solas en un mundo competitivo y cruel que las empuja sin remedio hacia una "solución" fácil. Los asistentes sociales se han convertido en agentes de centros aborteros ¿sin? comisión. Y la sociedad prefiere mirar para otro lado, mientras que las cifras de abortos crecen de forma exponencial bajo el silencio vergonzante de la administración sanitaria.
Y como recuerda Julián Marías, el gran drama de nuestra sociedad es la aceptación social del aborto. La familia, las amigas, la pareja y el entorno económico y social a la mujer embarazada. ¿Por quién trabaja Izquierda Unida?
Luis Losada Pescador